Luces y Razones

Luces y Razones

El enraizado y testimonial tronco de un árbol talado procura estímulos a la evocación para imaginar o recordar -si se paseó a su sombra- la frondosidad de antaño, cuando no solo estaba vivo, sino que acogía el trinar de la vida en el verde hospedaje de su copa. Algo parecido ocurre con una deteriorada construcción, maltrecha por el abandono, aunque el espacio que delimita y los usos que prestó queden todavía a modo de señal de su estrenada compostura. La conjunción, como en la imagen, de los dos tocones unidos a las raíces -que aparentan ser perpetuos- y la ya inhóspita obra del paradero, acrecienta la evidencia y la sensación de dejadez o desidia. Pero a esto contribuye no solo la asociación, como acaba de decirse, sino asimismo el contraste, ya que, a no mucha distancia, se levantan viviendas y el urbanismo señala todavía más la oposición. También cabría pensar en las bondades del mantenimiento y la rehabilitación, que pueden tomar forma, ante la fotografía, de poda de árboles y enjalbegado de muros, ya que los efectos del descuido no son siempre subsanables, con un precipitado y oportunista lavado de cara, sino que cambian el estado de las cosas para llevarlas a su mortecino fin, solo aliviadas por la evocación.

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