Olas y campañas

La coincidencia de campaña electoral y ola de calor puede alterar las disposiciones de los veraneantes activos y pasivos

A UNQUE se proclame, reiteradamente, el estado de vacaciones, verdad es que no afecta al común, considerada la acepción de este término que se aplica a la comunidad, a la generalidad de las personas, al pueblo de cualquier ciudad o lugar. Aunque, también es cierto, la circulación de los vehículos, las reservas hoteleras y de las mesas de los restaurantes parezcan indicadores de una bonanza económica o de la gubernamental metáfora -no se asimile a consigna- de ir esta, la economía, como una moto. Sabido es que la realidad supera a la ficción.

En definitiva, que sin vacaciones glamurosas o, al menos, las de un puñado de días no ahormados por la rutina, se quedan bastante conciudadanos ajenos al gozoso ocio vacante. De manera que no se remojarán con las olas de las mareas, aunque quedarán bañados por el sudor de las olas de calor, considerada la polisemia en materia de olas variopintas. Y en esto se abre, además, la dialéctica -es un decir- entre partidarios y detractores del cambio climático. Calor hace todos los veranos, obviedad manifiesta, y no hay razón para extrañarse del reventón de los termómetros, dicen los negadores del mentado cambio; y un presagio fatal puede acabar con las condiciones del mundo conocido, por mor de catástrofes sin precedentes, sostienen los fervientes profetas del cataclismo climático y del ecologismo radical.

Darán argumentos, entonces, las olas al verano curricular, mas también las campañas, pero circunscritas ahora a su versión electoral, como la que empieza hoy mismo. Los candidatos no se resistirán, por ello, a hacer reclamos y, en no pocos casos, sería necesario adoptar medidas para evitar que se incrementen, por coincidencia, los efectos de la ola de calor. Ya que la exégesis entre la naturaleza de las mentiras y los cambios de opinión, el “digodieguismo” que cursa en muy pocos días para desdecirse de lo que parecía inaceptable, las tracas con pólvora ajena a fin de prometer lo imposible, el oráculo de los sondeos electorales puesto en descrédito, a beneficio de la coyuntura, y toda la parafernalia, en fin, que anticipa las elecciones puede alterar las disposiciones de los veraneantes, activos o pasivos, llegado el momento de darse una vuelta por el colegio electoral o la oficina de correos, olas y campañas al margen.

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