Sexología medieval

Es extraño y casi único un tratado, en el Occidente medieval, sobre el placer sexual y sus maneras

En el Occidente medieval, con el predominio de una moral religiosa que atribuía la naturaleza de pecado a los placeres de este mundo -entre ellos, los del cuerpo-, reservada la felicidad a la otra vida, no era fácil encontrar algún tratado en materia erótica o sexual, como sí ocurría en la civilización oriental, más sensual en su concepción de las relaciones humanas y alumbrada por las luces de la ciencia. De ahí que se difundieran manuscritos con consejos sobre el sexo, proverbios eróticos o recetas afrodisíacas. En la España medieval, un cristiano se atrevió a traducir al catalán un manuscrito de finales del siglo XIV o principios del XV, actualmente conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid, probablemente de origen árabe, que constituye casi la única obra de ese género difundida en el mundo occidental, si bien no poco desapercibida porque debió disimularse su contenido para hacerlo pasar por un texto sobre medicina, con referencias a Hipócrates y Galeno, en lugar de, como era, y detalla la traductora Teresa Vicens, en su prólogo de 1978, “un tratado de consejos a los hombres para disfrutar en las relaciones sexuales con las mujeres, sin olvidar que también éstas queden satisfechas”. Su título se hace expresivo, Speculum al joder, y no se demoran mucho los consejos y advertencias, sobre todo referidas a la desmesura: “Digo que usar del mucho joder mata el calor natural, enciende el calor accidental y enflaquece todos los miembros y obras naturales. Se suceden los accidentes no naturales, falla por ello la fuerza, se entristece la persona, se hacen pesados sus movimientos, se enflaquece el estómago y el hígado, no se digieren bien, se corrompe la sangre, se duda, se dilatan los miembros principales y el cuerpo envejece antes de tiempo”. No se entienda, sin embargo, que el texto desaprueba el sexo, sino que precisa su buena y gozosa administración, indicando el momento, los alimentos y hasta las posturas con que resulta más placentero. Por eso, el desconocido autor del manuscrito cuenta, de “un hombre que dejó de joder”, estos efectos: “antes, cuando lo hacía, comía bien y estaba sano; pero después que lo dejó no podía comer y si comía era muy poco, no podía digerir, sentía náuseas, y tenía indicios de locura; luego volvió a joder y se curó, le desaparecieron todos los males”. Sexología medieval.

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