Luces y razones

Las luces de los días

Imagen.

Imagen. / Antonia Amate

Las luces del cosmos ordenan la sucesión de los días, y las nubes en el firmamento ponen un velo de sombras a la bóveda celeste. Bien se advierte cómo las luces alteran el humor de los días con el cambio horario de esta pasada noche, que hará algo más oscuras las tempraneras mañanas y extenderá la iluminación de las tardes hasta la anochecida, con lo que resultan afectados no solo los humores de los días, sino el desenvolvimiento de los alumbrados terrícolas. Por cierto, que la “memoria histórica” debería revisar alguna cuestión relacionada, pues se hace referencia a que Franco modificó el huso horario de nuestro país, salvo en las Islas Canarias, para congraciarse con Hitler, que implantó la hora europea central, la de Berlín, en los territorios ocupados, y así seguimos, en lugar de adoptar la hora occidental, que es la de Londres. Antecedentes horarios al margen, las luces de los días son expresión de las siderales vueltas de la Tierra, suspendida entre las inconmensurables lindes del orbe. Y las irisadas claridades de los crepúsculos, de luces anunciadoras y tornasoladas, saludan y despiden las salidas y las puestas de sol como si la vida se estrenara a diario, para ser la misma y distinta, a fin de que aprovechemos el presente -carpe diem-, que el tiempo vuela -tempus fugit.

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