República de las Letras

Una campaña necesaria

Lo que importa es batir al líder de una coalición que aglutina a todo aquello que pone en cuestión el sistema

No, no es estúpida, como dicen en las redes sociales, la campaña de desprestigio que la derecha ha emprendido contra Pablo Iglesias. Es interesada. Resulta que hay en marcha un proyecto de largo alcance de concentración de las izquierdas a un año vista del periodo electoral que se avecina, y que empieza con las andaluzas de marzo de 2019, continúa con las municipales y autonómicas -en 13 comunidades- de mayo de 2019, las europeas y finalizará con las generales de 2020. Es decir, habrá un nuevo reparto del poder entre los partidos y coaliciones actuantes. Y Podemos es el enemigo a batir por el resto. En España, nada peor para luchar contra otro partido que enfangarse en debates ideológicos. Eso no trae votos. Lo que trae votos es el reality show, el ataque personal, el desprestigio individual del líder. Y hoy el líder político más peligroso para la derecha es Pablo Iglesias. Nadie ha criticado a Albert Rivera por cambiar su piso de Madrid por una torre de 150 m² con dos plantas y jardín en una urbanización de lujo en Pozuelo de Alarcón, el municipio más rico de España, donde viven Ana Mato, Ángel Acebes y José María Aznar. A nadie le ha supuesto ningún problema que Felipe González, el otrora abogado laboralista de chaqueta de pana, le comprara una gran finca al rey de Marruecos, se la vendiera al rey de Arabia Saudí y se volviera a comprar otra, de 34 hectáreas -340.000 m2- nada menos, en Extremadura. Es verdad que lo que haga cada uno con su dinero es cosa de cada uno, tanto si es profesor universitario con dos carreras, un doctorado, dos másteres, cuatro idiomas y un currículum vitae de 34 páginas, como si es el líder de la formación política de izquierdas de más auge y desarrollo de este país. Todo eso da igual. Lo que importa es batir al líder de una coalición que aglutina a todo aquello que pone en cuestión el sistema por su intrínseca injusticia y su violencia. Que tiene en jaque continuo tanto a los herederos del franquismo como al franquismo sociológico y al franquismo residual, éste con posibilidades ahora de alcanzar cotas de poder de ámbito nacional, con el consiguiente retroceso que eso significaría en los derechos de los ciudadanos, retroceso que se sumaría al gran menoscabo de los derechos de los trabajadores que ha supuesto el gobierno de la derecha. Así que no, no es estúpida la campaña contra Pablo: es, para los corruptos, una necesidad.

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