Luces y razones

Fotografía: Javier Alonso / Texto: Antonio Montero Alcaide

La cesta de la vida

La cesta de la vida

La cesta de la vida / Javier Alonso

La cesta de la compra no es, aunque lo parezca, el recipiente donde llevar, entre otras cosas, los alimentos, sino el precio de estos. Y la inflación no solo ponerse a inflar algo o el resultado de hacerlo, o una manera de nombrar el engreimiento o la vanidad, o la excesiva abundancia de lo que fuere, sino, en términos económicos, una elevación del nivel general de los precios. La “reduflación”, por otra parte, es un palabro -por eso las comillas- que denota una práctica reprobable: la apariencia de mantener el precio de los productos habitualmente comprados, pero con menos cantidad en los envases que los contienen. Esto es, comprar o recibir menos por el mismo precio, abusando de la confianza, más que de la inocencia, de los consumidores. Y acudir al mercado, a fin de proveerse de viandas, parece que no resulta un hábito más o menos complaciente, una rutina del vivir -o para el vivir-, sino el apretado ejercicio de descartar lo acostumbrado, por costoso, y adquirir lo obligado, por económico. Tal ejercicio, esa disciplina, constituye, por ello, una particular y humilde experiencia de renuncia que puede asumirse, entonces, con las abnegadas disposiciones de la austeridad o rechazarse con una contestación beligerante, ya que, sin desmesura, la cesta de la compra es la cesta de la vida.

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