Cambio de sentido

A dieta

Es el 'Método revienta': medio mundo se muere de hambre y el otro medio de todo lo que come

La verdad, yo me quedo más tranquila si a la voz de "¡A mí la legión!" se me persona un novio de la muerte de bandera, mazado, hirsuto y rebolludo, con el cinturón retando las leyes de la física y la lógica al alzar con donaire la barriga cervecera. Lo que viene siendo el auténtico cuerpo de élite español. Sé lo que me digo; de niña, mi Viejo -que hizo la mili en El Aaiún- me llenó la cabeza de gorras siroqueras, legionarios, polisarios y paracas. Ya conocen la noticia: la Legión está a dieta, con el llamado Plan IMC (El peso perfecto de toda la vida). Leo las condiciones: nada de fritos ni bollería, su frutita y su verdura, no engolliparse, consumo de alcohol sólo esporádico y "pienso en lo que hago" (sic). Valiente plan, todo un reto. Se les va a quedar el tipito de Millán-Astray. A quienes no pierdan peso no los sacan en Semana Santa, ni a las juras, ni a las charlas. Pueden incluso expulsarles, cual demonios, del cuerpo. Lo que no se vayan a comer los de El Tercio -propongo- se lo pongan en un táper a los barandas de las marcas de ropa, junto a una nota: "No nos vendáis como modelos de mujer más tristes esqueletos".

El inicio de año es buena época para ponerse a dieta; es tiempo de buenos propósitos y acabamos de escapar de la empalagosa Navidad. Recibimos impetuosamente y de continuo mensajes contrapuestos: el imperativo de caber en esa lycra, junto a la oferta de precocinados que no puedo rechazar; un tripalium del Teletienda, junto a la orden de disfrutar de los placeres mundanos; esa presentadora de las Campanadas -a su lado un señor vestido ininterrumpidamente-, pidiéndole a 2018 que cese el juicio sobre el cuerpo de las mujeres, justo antes de enseñarnos su pijama de croché con el claro objetivo de petar la audiencia y las redes con dimes y diretes. La gordofobia (lo llaman así) es cierta y problemática, como la obesidad, a la que ya se denomina "la epidemia del siglo XXI". Es el Método revienta: medio mundo se muere de hambre y el otro medio de todo lo que come. La anorexia es la otra cara enferma de la gula.

Frente a culturas de la abundancia, donde las gentes están satisfechas y sienten que tienen bastante, en nuestra sociedad se fomenta la mentalidad de la escasez y las muchas y nuevas y contrarias necesidades. Aquí se hace producto hasta la disidencia. A estas alturas, la única dieta definitiva es la baja en ideología consumista. Remedando al sabio, vivir para adentro es algo más que meter barriga.

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