La esquina

José Aguilar

jaguilar@grupojoly.com

Ahora le toca a la amnistía

Para que siga en el poder quien ahora lo ejerce en funciones ha hecho falta, de entrada, una enorme pirueta intelectual: engrosar el bloque progresista con partidos dudosamente progresistas, como PNV, ERC y Junts. Son más bien nacionalistas e independentistas. Al menos dos de los tres no buscan lo mejor para España, ni lo disimulan. “La gobernabilidad de España le importa un carajo”, confiesa, suelto de manos, José Borrell. Todos valen, sí, para superar los 172 votos de PP, Vox, UPN y CC. Será la España progresista y plurinacional, eso sí. Con dosis de anti-España.

Las piruetas políticas adheridas y consecuentes con esta construcción ideológica ya tienen una tradición y una metodología. Primero el poder precario cambia de criterio de la noche a la mañana, siempre porque la rectificación sirve a su interés inmediato. Lo que empezó siendo inaceptable acababa siendo necesario y urgente. No se iba a conciliar el sueño si se compartía gobierno con Podemos hasta que se hizo el recuento de votos. Los golpistas condenados en Cataluña tendrían que cumplir sus penas hasta que sus escaños hicieron falta para asegurar una mayoría parlamentaria. Luego vinieron las justificaciones y teorías. Todo era por la pacificación de Cataluña. También la eliminación de la sedición y el alivio de la malversación, por si en el futuro se les ocurre volver a las andadas.

Lo que vuelve, en realidad, es la aritmética electoral determinante: siete escaños de ERC y siete de Junts. Son pocos (en votos, el 27% de los catalanes entre los dos), pero imprescindibles para seguir en la Moncloa. Suficientes para decolorar la penúltima línea roja trazada por el inquilino de este palacio, que era la amnistía. No cabe en la Constitución, decía desde siempre. No soy yo quien ha de decidir, sino el Tribunal Constitucional, dice ahora, cuando lo preside el ex fiscal general Conde-Pumpido. Ya hay una veintena de expertos constitucionalistas aplicados a encontrar una fórmula de amnistiar a todos los presos, exiliados y procesados del independentismo que quepa, al fin, en la Carta Magna. De inaceptable a positiva y necesaria. Para pacificar Cataluña y reintegrar en la política nacional al prófugo.

Por supuesto, hay una nueva línea roja: la autodeterminación de Cataluña, expresamente prohibida por la Constitución. ¿Alguien duda de que terminará siendo verde y se cruzará de una forma u otra?

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