Debemos dejar hacer

A esos maldecidos de "La Manada" no se les absuelve, sino que se les condena a nueve años de prisión

Cada día resulta menos disimulado el intento de mediatización de la justicia, a través de los partidos políticos y de medios de comunicación, alentando o apoyándose éstos en las masas. Esta afirmación la realizo con motivo de la sentencia dictada y dada a conocer esta semana en el caso conocido como de "La Manada". Lo primero, destacar la vergonzosa escasez de medios con que cuenta la justicia en nuestro país. No creo equivocarme si digo que los meses transcurridos entre juicio y veredicto nada tiene que ver con deliberaciones del tribunal, sino con los insuficientes recursos que nuestro sistema judicial tiene. Cada vez que se habla del tema escupen para arriba, y todo sigue igual. Continúo preocupándome por el intento de manejabilidad de jueces y tribunales, sin que, parece ser, a nadie le importe sus consecuencias. Por un puñado de votos, y tal vez por mejorar el balance de los lobby de comunicación, se ha creado una injusta campaña de desprestigio frente a tres magistrados que -únicamente- han desempeñado su labor, suponemos que de la mejor manera que saben, y a pesar de la presión sufrida. Me pregunto si todo aquél que se une al carro de la crítica fácil ha seguido las jornadas del juicio, conoce las pruebas practicadas, o, por lo menos, se ha leído completa la sentencia ¿verdad que no? Entonces, me pregunto también por qué se intenta aniquilar la necesaria independencia de estos juzgadores, queriendo influir en su labor jurisdiccional, o por qué no se les preserva su imparcialidad, y su integridad para ambas dos. A esos maldecidos de "La Manada" no se les absuelve, sino que se les condena a nueve años de prisión. Los jueces que juzgaron, y que saben, así lo decidieron. Si se cometió algún error al dictar sentencia, porque es agresión y no abuso, se puede recurrir para que otro tribunal revise. Si es poca pena, es lo que recoge el código penal que tenemos aprobado, pudiendo modificarse si no estamos conformes. Si el tipo penal es confuso, fue el aprobado por políticos, cambiémoslo. La presión social o las movilizaciones pueden provocar cambios legislativos, pero no deben dictar sentencias. Todos tenemos madre, novia, esposa o hijas, y lo que hicieron estos individuos, según la resolución dictada, es una aberración. Nadie lo niega. Pero si confiamos en la justicia, debemos dejar hacer. Porque, lo contrario, es ajusticiar como hace cinco siglos.

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