Cuando una puerta se cierra otras se abren. Las innovaciones siempre traen la desaparición de ciertos trabajos y la aparición de otros nuevos, como ha ocurrido con la informática o con los centros comerciales. Por cada nuevo puesto de trabajo que se crea, cincuenta (exagerando, que decían Tip y Coll) se destruyen. Cada vez que se abre una gran superficie o similar, se anuncia a bombo y platillo -y con alfombras rojas- el número de puestos de trabajo que se van a crear. Pero no se contabilizan las tiendas que echan la persiana en el centro de las ciudades y en los barrios. Pues bien, ahora tenemos un nuevo oficio, que no viene a sustituir a ningún otro. Más bien amplía las competencias de un oficio antiguo. Se trata de que el Gobierno está contratando jardineros para un nuevo cometido. No se trata de cultivar huertos urbanos, ni de cuidar los jardines de La Moncloa, ni de podar las palmeras en vías de desplome. Ya decíamos que se trata de algo totalmente nuevo: destruir las plantas de marihuana que la policía desmantela a diario. Con la incorporación de estos nuevos jardineros estatales, la Policía y la Guardia Civil no tendrían que dedicar parte de sus plantillas a la jardinería destructiva.

Sin embargo, a pesar del paro que existe en estos momentos en España, no se ha presentado casi nadie a la convocatoria del Gobierno. Se habían ofertado cuatro contratos para sendas empresas de jardinería, que ejercerían de destructores de plantas de maría en Granada, Cataluña, Madrid y Almería-Murcia. Pues bien, sólo se ha adjudicado el contrato de Cataluña. Para las demás no hay ofertas. En otros sectores, singularmente la agricultura, se resuelve el problema con la importación -temporal o permanente- de mano de obra. En este caso, como en el de la hostelería, se trata de un trabajo relativamente especializado. Y además se trata de contratar empresas con su furgoneta y sus herramientas. Así que, a ver cómo buscamos quien queme o recicle las plantas de cannabis que la policía descubre.

A lo mejor habría que cambiar de objetivo: en vez de destruir las plantas, buscar su mejor aprovechamiento y, en vez de dejarle el negocio a las mafias y a los "agricultores" aficionados, procesar las plantas y exportar al mundo entero, con la subsiguiente mejora de la balanza de pagos. Entonces, en vez de contratar jardineros destructores, nos traemos expertos de Ketama para el correcto y eficiente proceso productivo. De la exportación ya nos encargaremos los almerienses, que tenemos sobrados camiones y costumbre con las hortalizas.

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