Me asombro del anormal crecimiento de “perreros” con sus mascotas caninas por las calles de Almería. Sufrimos y asumimos, porque no nos queda más remedio, como cotidianos los orines y excrementos de sus perros por las calles, habitualmente sin una masificación de peatones. Si bien no todos los propietarios, sí hay muchos que, ávidos e impasibles, observan con admiración y detenimiento cómo sus perrito/a orina o defeca plácidamente en cualquier punto y sin pudor alguno, al tiempo que de manera incívica dejan estas “minas” para que algún despistado las pise y se sienta “afortunado”. El mobiliario urbano y las farolas son directamente, también, perjudicados ya que se corroen y me dicen que esta corrosión es muy superior a los excrementos de las palomas. ¿Cuándo se van a tomar medidas de una vez por todas desde el Ayuntamiento? ¿Cuántos miles de euros se gastan en restitución de equipamientos urbanos por orines de cánidos? Mientras sí, o mientras no, que es lo más usual, seguiremos pagando justos por “meadores”.

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