Todos los significados de la palabra fiesta que aparecen en el diccionario de la RAE son positivos, haciendo referencia al descanso o a la diversión. En relación con la Navidad el diccionario dice textualmente: “Sucesión de varios días de fiesta en que se celebra una solemnidad”. Pero por muy dichoso que sea un acontecimiento, los excesos pueden darle la vuelta a la tortilla y unas jornadas placenteras se pueden convertir en una pelmazo. Pienso que con las fiestas navideñas nos estamos pasando de rosca. En cualquier parte del mundo donde se celebra el nacimiento de Jesús de Nazaret, las fiestas navideñas suelen durar la semana comprendida entre el 24 de diciembre hasta el primer día del año nuevo. En España es tradición prorrogarla una semana más, hasta la llegada de los Reyes Magos el día seis de enero. Hasta ahí, vale. Pero últimamente pienso que las fiestas se han sobrecargado más de la cuenta. Recuerdo aquellos años cuando el Portal de Belén se empezaba a montar el primer día de vacaciones escolares, que solía coincidir con el señalado día de la lotería, oyendo el canto de los niños del Colegio de San Idelfonso pregonando los números premiados. Pero últimamente, con motivo del puente que forman el día de la Constitución y la Inmaculada Concepción, se empiezan a iluminar las calles desde los primeros días de diciembre. Una iluminación que se ha convertido en una apuesta entre algunos ayuntamientos que compiten para ver quien coloca más bombillas en las calles de su ciudad. A las tradicionales fiestas familiares, se han añadido las comidas de empresa y asociaciones de toda índole que se celebran con bastante antelación. También hemos incorporado a la navidad elementos importados que comparten espacio escénico con los que tradicionalmente adornaban nuestras casas. Junto Portal de Belén, con sus correspondientes figuritas de pastorcillos caminito de Belén, colocamos un árbol adornado con luces de colores, bolitas plateadas y extraños muñequitos enganchados de las ramas. Y antes de que vengan los Reyes Magos de Oriente montados en sus camellos, se adelanta Papá Noel, que viene del norte de Europa subido en un trineo, repartiendo regalos que trae metidos en un saco. En fin, entre unas cosas y otras, estamos oyendo la zambomba desde los primeros días de diciembre. Puede ser que llegue el día que el encendido de las luces anunciando la llegada de las fiestas navideñas, no se espere con tanta ilusión como la caída del telón.