República de las Letras

Paz, piedad y perdón

La sombra de Franco es muy alargada y llega hasta el presente: los españoles somos intransigentes

Solo el 7'8% de los encuestados por el CIS consideran que lo de Cataluña es uno de los tres primeros problemas de los españoles. En cambio casi el 70% califica el paro como problema número 1. Así que hay que deducir que a la gente le interesa mucho más su trabajo, o la falta de él, que el independentismo catalán, por mucho que para los políticos sea esto lo más preocupante y continúen enrocados en sus trece sin sentarse a hablar. En determinadas clases sociales -porque hay mucha gente, muchos barrios, que malviven en la precariedad laboral o en el paro directamente y no están para independentismos ni banderas- ha resurgido aquella mentalidad española que, desde el Cid, resuelve las cuestiones políticas con el garrotazo y tente tieso y atribuye a problemas complejísimos soluciones fáciles y directas: "Yo a ese le…", suelen concluir en conversaciones de bar y comentarios en las redes sociales. De ahí a la descalificación y al insulto no hay más que un paso. Yo mismo he caído alguna vez en ello, lo que lamento profundamente y pido disculpas a quienes se hayan sentido ofendidos por alguna de mis palabras. No es ese mi estilo ni es lo que deseo para mí. Y es que, cuando menos nos lo esperamos, nos sale, con la vena patriótica o nacionalista, la intransigencia. Los españoles somos intransigentes por naturaleza. Dije una vez que la sombra de Franco es muy alargada, y llega hasta el presente: lo vimos el día 1; lo estamos viendo ahora; lo veremos en lo sucesivo. Aquella dictadura fue posible porque se correspondía directamente con nuestra idiosincrasia: si lo españoles no fuésemos así, la dictadura de Franco no hubiese sido posible. Cierto es que lo de Cataluña es gravísimo, el más importante problema político habido en este periodo democrático. Cierto que las escenas vistas en televisión el día 1 fueron indignantes. Ciertos son también los graves errores cometidos por nuestros gobernantes, con Rajoy a la cabeza -incluido el Rey con su decepcionante discurso-. Pero no es menos cierto que todo eso ha removido los bajos fondos políticos de muchos que han repetido las actitudes de la época franquista, desde ese A por ellos oé hasta el subsiguiente Que nos dejen actuar. Porque "ellos" eran nuestros convecinos y ese "actuar" era darle palos a esos convecinos. Por eso, como el presidente de la II República, don Manuel Azaña, pido desde aquí: "Paz, piedad y perdón".

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