El callejón del gato

La derecha de Núñez Feijóo

En democracia la rivalidad política no significa la bronca permanente

Si por algo se caracterizó Pablo Casado durante el tiempo que fue presidente del PP, a la hora de hacer oposición al Gobierno, fue por su enfrentamiento permanente a Pedro Sánchez a base de insultos. Ególatra, ridículo, ocupa, traidor, felón y no sé cuantos más fueron los descalificativos que dedicó, en sus intervenciones parlamentarias, al presidente de un gobierno que consideraba ilegítimo, sin mayores fundamentos. Cuando fue defenestrado por sacar a relucir el negocio de las mascarillas, parecía que hubo un intento de bajar el volumen con un sustituto elegido entre los dirigentes más moderados del partido y muchos pensábamos que con Alberto Núñez Feijó al frente, se implantaría un nuevo estilo de hacer política y se calmarían las aguas. En democracia la rivalidad política no significa la bronca permanente. De hecho, la inmensa mayoría de los ciudadanos de a pie convivimos pacíficamente, con independencia de nuestras posiciones políticas. Incluso dichas discrepancias pueden ser el motivo de una conversación amistosa mientras nos tomamos unas copas sin necesidad de llegar a las manos. Sin duda habrá muchos ciudadanos de centro-derecha votantes del Partido Popular, que verían con buenos ojos que cambiasen las formas en el partido y recibirían con satisfacción la llegada de un líder con apariencia más moderada. Pero a la vista de los acontecimientos, no parece que haya cambiado mucho el panorama. La influencia de VOX hace inclinar la balanza hacia la derecha más extrema y no permite al PP dar un paso hacia al centro con el riesgo de perder los votos que están en el límite de ambas formaciones. Si Santiago Abascal ve a Pedro Sánchez colgado por los pies, el portavoz parlamentario del PP, Miguel Tellado, sin llegar a tanto, se conforma con verlo salir de España en el maletero de un coche. José María Aznar calienta motores y llama al levantamiento contra Pedro Sánchez: “El que tenga que actuar que actúe”. La que fuera presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, obedece órdenes alentando a las masas para que corten la calle frente a la sede del PSOE, junto a una avalancha de manifestantes exaltados ondeando banderas con el aguilucho. Su sucesora, Isabel Díaz Ayuso, llama hijo de Puta al Presidente del Gobierno, desde la bancada de invitados del Congreso de los Diputados. Un insulto que permanece en el imaginario de los dirigentes del PP con sus frecuentes alusiones a la fruta. Ya me entienden.

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