El diccionario de la Real Academia de la Lengua dice, al respecto del concepto de manada, que es un grupo de animales de ganado doméstico especialmente cuadrúpedos que andan o se desplazan juntos. El ejemplo que pone la RAE es esclarecedor. Cito textualmente: Un manada de borregos: el pastor sigue con sus inútiles esfuerzos para conseguir volver los cerdos desbandados a la manada. El juez es un señor, con toga color negro, tela rafia, con gafas generalmente, calvo y con cara de muy mala ostia que sólo aplica las Leyes. Si hacemos un juicio de valor sensato, antes que dejarnos llevar por la ira y la rabia, habría que sopesar el cambio de las leyes. Que en este país, que estimo en demasía, por convicción y vocación, salga caro abusar sexualmente o violar. Que sea un agravante someter a una criatura de apenas dieciocho años, que sea grave aún más que la fuercen un grupo de personas -por no decir un improperio a la altura de la vileza de estos señores-, que estar bajo los efectos del alcohol sea más decisivo a la hora de aumentar la pena, que en la sentencia que se torne firme acabe siendo fundamental que la víctima también haya recibido y sufrido vejaciones y cuya dignidad fue usurpada y despojada por unos señores que no deben recibir la denominación de seres humanos. La víctima. Cuando no es violación es abuso sexual. Si se resiste, la matan y si no es así, consiente. Para qué denuncia, si al final la justicia no protege. Para qué denuncia si al final es ella la que es juzgada. Debemos destruir esa idea rancia del respeto del hombre hacia la mujer por el simple hecho de ser su esposa, su hermana, su madre o su hija. Los hombres debemos respetar a las mujeres por el mero hecho de ser seres humanos. Hoy no ha fracasado una mujer, hemos fracasados todos como sociedad, como conjunto. La sentencia que podía haber sido ejemplar, se ha transformado en la piedra angular del testamento del patriarcado y del machismo. Es, a día de hoy, el manual perfecto para establecer públicamente cuál es el radio de acción del dominio del hombre. Era una ocasión perfecta para que la judicatura presentase sus intenciones y dejase claro a la sociedad hasta donde no estaba dispuesta a dejar desamparadas a las víctimas. Por eso, quizás, es el momento de cambiar algunas leyes y ajustar el marco jurídico a las exigencias de una sociedad a la que a veces le queda pequeño el traje de la democracia. Somos un pueblo humilde y honrado y nos merecemos un sistema democrático a la altura.

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