La mujer helada

El cambio vivido por la protagonista me recuerda otro pero que refleja un proceso paralelo: la metamorfosis de Kafka

C AYÓ en mis manos por azar. Estaba encima de la mesa y no tenía a mano otra cosa para leer. Se llamaba La mujer helada. Pensé que debía tratarse de algún libro de misterio y crímenes, y empecé a leerlo. Y debo confesar que me dejó helado. Es un relato en primera persona de la vida de una mujer, desde su infancia, con descripción detallada de sus circunstancias familiares y sociales, hasta culminar con su status de mujer "felizmente" casada y trabajadora fuera de casa. Realmente se trata de la historia de una frustración, de una claudicación permanente y totalmente involuntaria, forzada por un ambiente que la conduce directamente a un papel predeterminado de madre y ama de casa, lejos de sus aspiraciones acariciadas durante mucho tiempo. Hasta aquí, puede que no esté revelando nada totalmente nuevo. Y es verdad. El relato de los hechos solo muestra lo que ha podido ser la vida de muchas mujeres. Lo que más me ha llamado la atención en ese relato es de qué manera simple, fría y descarnada refleja lo que ha pasado totalmente desapercibido para tantas y tantas personas, sobre todo ante tantos y tantos hombres en sus relaciones familiares. Es como ponerte delante de un espejo y ver reflejadas en él cuáles ha sido tus relaciones familiares que dabas por totalmente normales y justificadas, y que no son otra cosa que un privilegio que no se adquiere por méritos individuales, sino que vienen dadas por la misma biología, por haber nacido varón, y por nada más. Es, desde luego, la quintaesencia del machismo: para ser machista no hay que ir pegando y despreciando; basta con aprovecharse de esa situación de privilegio en la que nos encontramos y que casi nunca nos pararnos a pensar si está suficientemente justificada. Tal como lo cuenta la autora, Annie Ernaux, la aceptación global de esa situación de desequilibrio no ha levantado ningún sarpullido, pese a que la casa es una jaula para la mujer, y un paraíso de reposo para el hombre de tal manera que parecen vivir en dos viviendas diferentes. Más de uno, yo por ejemplo, más de una, tras la lectura del libro se plantearía la misma pregunta: Pero, ¿es posible que yo también haya vivido así? Y sí. En cualquier caso, la lectura de este libro, el análisis del cambio vivido por la protagonista, la diferencia entre entre lo que quería ser y lo que realmente termina siendo, me recuerda otro pero que refleja un proceso paralelo: la Metamorfosis de Kafka.

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