A pesar de todo

Parece que nuestros esfuerzos por superar nuestras adversidades son, más que acicates, obstáculos para sentirnos a gusto

No deja de venirme a la mente el perspectivismo de Ortega (D. José). Es la situación personal de cada uno la que nos lleva a evaluar las cosas que nos rodean. Evaluar tanto en el sentido positivo como en el sentido negativo. Se trata del sentimiento de apreciar lo que se tiene y del sentimiento contrario de echar en falta lo que no se tiene. Dudo, sin embargo, que ambos sentimientos entren en juego con la misma fuerza. Un ejemplo simple: en las rutas que se están llevando a cabo por los Filabres con motivo de la floración del almendro es frecuente escuchar las alabanzas a los preciosos paisajes por parte de quienes, a modo de visitantes, recorren las distintas zonas. Saben ver la belleza de los almendros en flor. Es algo en lo que pocas veces paramos mientes los vivimos por estos parajes. Acostumbrados al panorama que nos rodea lo consideramos como algo normal, como si "no fuera para tanto". Es decir, que no lo apreciamos en lo que debiéramos. Por el contrario, nos quejamos con harta frecuencia de las carencias que vivimos también a diario. Son carencias que no viven los que nos visitan (tienen muy cerca los servicios esenciales de medicina y educación y cultura, incluso fibra óptica) y sin embargo lamentan la falta de otros bienes que sí pueden disfrutar en otros contextos. Eso da lugar a una cierta insatisfacción y consecuentemente limitan el acercamiento a la felicidad.

Esto me recuerda el título de un libro, cuyo autor he olvidado, cuyo título era una pregunta "¿Por qué no vivir siempre alegres?" O también aquella película "La Vida es Bella". Tal vez nos podría ayudar ver en qué situación se encuentran, dentro de nuestro planeta, tantas y tantas colectividades. Sin ir más lejos, los terremotos en Turquía y Siria. O las inundaciones en Perú. O las más que acostumbradas imágenes de las hambrunas en África.

¿Seríamos capaces de hacer una comparación entre cómo que vivimos nosotros y cómo viven aquellos? ¿Qué son nuestras carencias comparadas con aquellas? Da la impresión de que nuestros esfuerzos, dirigidos a superar nuestras adversidades, son, más que acicates, obstáculos para sentirnos a gusto. No pretendo que caigamos en un conformismo que nos lleve a la pasividad. Siempre debe estar presente el estímulo de la superación. Sin embargo, no creo razonable que las ganas de mejorar nos atropellen de tal manera que nos impidan disfrutar de lo que tenemos.

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