República de las Letras

Mientras me roben los míos...

No pagar impuestos, esconder ganancias, pagarle al trabajador lo mínimo parece consustancial al sistema

Hay un video en Facebook sobre un sujeto que dice preferir que le robe la derecha a que le roben los comunistas. Caramba. Yo prefiero que no me robe nadie. Dice que al menos la derecha defiende la unidad de España. ¡Qué tendrá que ver! A mi edad, aún me sorprende la necedad del ser humano. Y cómo se mezclan los asuntos con tal de salirse uno con la suya. No, esto que estoy tratando de explicar no es raro ni cosa de unos pocos: es general. El político tiene que robar. Es consustancial al político, desde tiempo inmemorial -esto sí que viene de los Reyes Católicos-, que pretenda irse con los bolsillos llenos. La experiencia lo corrobora. Echemos un vistazo a los telediarios. Eso, además, no hay quien lo impida. Así que, por lo menos, que sean de los míos. "A mí, dice el sujeto ese en Facebook, ningún comunista me roba" y lo dice con el rictus crispado, el énfasis cabreado y los gestos amenazantes tan característicos de los extremados. Así que para él el título de ladrón es menos peyorativo, menos peligroso, más admisible que el de comunista. No importa si el ladrón, o el evasor de capitales a paraísos fiscales, o el defraudador a Hacienda, ponen en peligro el funcionamiento de servicios esenciales como la Sanidad o la Educación o amenazan directamente a las pensiones, lo que importa de verdad es que esos rojos con cuernos y rabo que tenemos incrustados en la sesera desde el franquismo, esos que quieren quitarnos la segunda casa, la cochera o la parcelita, no nos roben, que quiere decir no lleguen a poder hacerlo, o sea, no ganen unas elecciones, no puedan formar gobierno. Y por ende, siguiendo esa misma línea de… ¿pensamiento?, evitar pagar impuestos, esconder ganancias y beneficios, pagarle al trabajador lo mínimo indispensable… son actitudes tan frecuentes, tan corrientes, que parecen normales, que parecen naturales, que parecen consustanciales al sistema. Aún se ríe aquel creyente, practicante religioso, que escamoteaba sus ingresos al fisco y no pagaba las horas extras a sus empleados, cuando le dije que iba a ir al infierno por eso. ¡Qué tendrá que ver!, exclamaba poseído de la Verdad más absoluta e incontrovertible. No interpretaba igual que yo aquello de "al César lo que es del César…". Y, oiga, todo esto lo tiene la gente tan claro que no valen razones de amistad, familiares ni emocionales de ningún tipo. Porque, en fin, mientras me roben los míos…

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