Ocultos bajo la vegetación hasta hace solo unas semanas, no eran muchos los que sabían que en plena garganta del Tajo de Ronda se ubicaba una cadena de edificaciones en las que funcionaban una serie de antiguos molinos de harina. Incluso pasaban desapercibidos para muchos de los visitantes que paseaban por los alrededores o visitaban las cornisas que existen por encima de sus tejados para tomar la mejor fotografía posible del conocido monumento natural.

Pocos eran los que siguiendo el camino que cruza bajo el Arco del Cristo llegaban hasta estas ruinas que recuerdan un pasado no tan lejano de la ciudad. Eso sí, muchos no los buscaban a ellos, los descubrían en su camino hacia el cauce del río Guadalevín.

Ahora, la Asociación para el Desarrollo de la Serranía de Ronda, propietaria de los mismos, decidió realizar un importante desbroce de la vegetación que amenazaba con derrumbar los restos que todavía se mantienen en pie y que tenían prácticamente colonizados.

Nueva imagen de la garganta del Tajo.

Un trabajo que dejó al descubierto su existencia y que ahora asombra a muchos de los que simplemente se asoman a alguno de los miradores que existen en la zona superior de las cornisas y desde los que pueden verse los restos que causan curiosidad.

Muchos desde allí se preguntan qué serían esas estructuras incrustadas en semejante lugar a mitad de ladera del conocido cortado rondeño.

Durante años fueron una fuente de producción de un elemento tan importante como la harina, que era esencial en las casas. Hasta 20 molinos llegaron a funcionar utilizando todos ellos una acequia de origen árabe que captaba el agua desde un pequeño azud que se encuentra situado al otro lado del Puente Nuevo. Esta estructura también es visible desde las cornisas, aunque tampoco muchos sabían que uso tenía esa canalización.

Llegaron a representar una potencia industrial harinera local, aunque algunos de ellos también estaban dedicados a producir aceite. Incluso contaban con una completa normativa municipal que regulaba su funcionamiento, en especial, en lo referente al uso del agua que les hacía funcionar.

Es molinos se mantuvieron en funcionamiento hasta mediados de este siglo y allí pueden verse todavía elementos de la molienda y las estructuras del mismo.

Durante su existencia también tuvo lugar una importante tragedia, ya que en 1917 un importante desprendimiento sepultó dos de ellos y provocó la muerte de 15 personas.

Aquella tragedia y la llegada de la electricidad comenzaron a provocar su declive hasta ser abandonados y terminar siendo adquiridos por la entonces Sevillana de Electricidad. De hecho, parte de la central hidroeléctrica situada en este punto ocupa parte de aquellos molinos.

Tan solo uno se encuentra rehabilitado y reconvertido en un albergue con bar. Otros dos se quedaron a medio camino para ser convertidos en hoteles al descubrirse que no eran públicos.

El propio delegado municipal de Turismo del Ayuntamiento de Ronda, Ángel Martínez, reconocía que tras el desbroce realizado por la propiedad estos elementos habían despertado un gran interés entre los turistas que acuden a la zona a recorrer los diferentes caminos al ser visibles desde las zonas altas.

No obstante, advertía sobre la peligrosidad de esta actividad y pedía que se extremaran las precauciones, al tratarse de los viejos caminos que se han deteriorado con el tiempo y que no están acondicionados.