Premios Diario de Almería 2017

Y ahí radica la responsabilidad que conlleva formar parte de un jurado: en poder justificar racionalmente cada premio

Un premio periodístico, o sea, un reconocimiento social de excelsitud, nunca debería convertirse en botín de oportunistas. Tampoco en escaparate para vanidades de quien lo otorgue (el premiante) ni de quien lo coseche (el premiado), como no es infrecuente que ocurra. Ejemplos éstos de desvaríos usuales que deslucen el sentido y prestigio de la distinción porque casi nadie acaba asumiendo un galardón como justo si el mismo no incorpora una idea de recompensa y enaltecimiento individual por méritos reconocibles, como valores comunes, por la sociedad en la que se incardinan. Y ahí radica, justamente, la responsabilidad que conlleva formar parte de un jurado: en poder justificar racionalmente cada premio, so pena de verse descalificado en la labor, junto al impostor premiado. Y es que el jurado, al cabo, no inventa nada nuevo en su tarea, más allá de seleccionar y reconocer el mérito ajeno que, a menudo, tampoco es poca cosa. Son reflexiones que no vienen de más cuando de hablar de los Premios del Diario de Almería se trata, ya que el alto prestigio de su cabecera mediática proscribe cualquier tentación de banalizar o mercadear con la encomienda a la hora de adjudicar los laureles que en cada edición se ventilan.

Y este año el jurado, al igual que vino ocurriendo en las anteriores ediciones, también tuvo de inicio tantas alternativas selectivas de premiables como finalmente sólidas razones para motivar la entrega de estatuilla y diploma a cada uno de los premiados. En el caso de Francisco Balcazar, por su compromiso, indesmayable, ni siquiera en su ya añosa jubilación, de conciudadanía e involucración en colaboraciones sociales tan diversos como exigentes a la hora de presidirlas. El premio al colectivo de Almería Acoge, quiso distinguir esa labor sacrificada y solidaria que honra, y acaso algún día salvará, el buen nombre de Almería, como tierra multicultural, o sea, con la población más hospitalaria del orbe. También se optó por enaltecer a la cultura de la convivencia, representada por dos personajes históricos, el sindicalista Javier Ayestarán y el empresario Antonio Morales, pioneros en el reto de abrir nuevos espacios de tolerancia en la transición democrática almeriense. Y por último el premio al Contralmirante Ricardo Hernández, quiso exaltar el talento y esfuerzo personal que le ha alzado a las más altas responsabilidades de la Marina. Unos premios muy bien merecidos.

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