Contra carteristas

Ante la reincidencia de los carteristas, hay patrullas ciudadanas que avisan de su arriesgada cercanía

Grandes o pequeños, los hurtos siempre son un estropicio. Los carteristas prácticamente han hecho un “oficio” de sus habilidades para la sustracción en los descuidos; sobre todo, ante aglomeraciones o gran concurrencia de personas en determinadas zonas de las ciudades. Son, además, reincidentes sin remisión, porque los códigos y las penas no castigan severamente estos delitos “menores”. Y acaban por ser conocidos si se presta algo de atención con el propósito de anunciar que se acercan. Tal es el objeto de algunas patrullas ciudadanas que lo hacen, desde hace algún tiempo, en Barcelona y también vigilan zonas de Madrid. Para ello, suelen valerse de un silbato, a fin de abortar el hurto que está al caer, cuando el carterista ha identificado a su víctima, y de alertar a los turistas o ciudadanos para que aseguren mochilas, bolsillos y carteras.

Esta “vigilancia ciudadana” no debe asimilarse a las maneras de Torrente, en la cinematográfica saga de Santiago Segura, y a la interpretación de El Fari de “Apatrullando la ciudad”. Se trata, así, de un cometido poco profesional y voluntario, pero con el decidido empeño de velar para que los carteristas no se valgan de los descuidos. En las redes sociales, esa abigarrada y ambivalente tribuna tan a la mano para la difusión, estos voluntariosos patrulleros reciben muestras de apoyo y circulan vídeos de los carteristas en acción. La policía y los agentes de seguridad acaso entiendan que tales “intrusos” pueden dar al traste con algunas actuaciones que realizan para detener “in fraganti” a los amigos de lo ajeno, mas también saben que no tardarán en volver a las calles, hasta hacerse “familiares”. E incluso que pueden ser mayores las penas a los patrulleros altruistas, por difundir imágenes de los carteristas en plena faena, pero sujetos a la protección legal, enmarañada en su objeto y extensión, que afecta al uso de las imágenes.

Es tal el alcance de estos robos que se señala el carácter “mafioso” de grupos de carteristas que van de un país a otro, en función de las “ventajas” que encuentran, e incluso por el efecto de patrullas ciudadanas que también se han constituido en distintas ciudades europeas con el mismo objeto. El silbato de la policía y de los agentes de seguridad suele conminar, pero el de estos patrulleros lleva a echarse las manos al bolsillo.

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