El callejón del gato

El declive de los toros

Echando una mirada a mi entorno de amigos, no soy el único que ha perdido el interés por los toros

No hace tanto tiempo que las corridas de toros eran un espectáculo que nadie ponía en cuestión, reunían una serie de factores que las convertían en una de las fiestas más celebradas. Se consideraban propias del pueblo español y han sido motivo de inspiración de todas las artes. Picasso y otros pintores las han reflejado en sus cuadros. Hay infinidad de piezas musicales dedicadas a los toros, desde la clásica hasta la copla más popular, pasando por los pasodobles taurinos. Y el cine nos ha mostrado en imágenes faenas de los toreros más destacados. Pertenezco a una generación que esperábamos con interés el cartel anunciador de las corridas de feria. Quienes no estuviesen abonados, tenían que soportar un buen rato haciendo cola para conseguir entradas. Y no era raro recurrir a la reventa. La plaza se llenaba a tope. En nuestra feria los toros eran algo más que las faenas del maestro: el colorido de la plaza con los mantones de manila, el paseíllo, las botas de vino y “la merienda de los toros”, imprescindible para que fuese una tarde de toros completa. No puedo negar que guardo un grato recuerdo de aquellas tardes, pero los tiempos han cambiado. Los toros han pasado a ser una fiesta en decadencia y el declive avanza a pasos agigantados. Echando una mirada a mi entorno de amigos, no soy el único que ha perdido el interés. Y en cuanto a la generación que nos sucede, salvo excepciones, quienes no están en contra, consideran la fiesta de los toros como un arcaísmo trasnochado. Hay movimientos antitaurinos que se manifiestan en contra de las corridas, pero se trata de una minoría equivalente a los aficionados que asisten a la plaza. Algo pueden influir, pero no creo que sean los verdaderos responsables de su deterioro. Su presencia en la puerta no impide que los amantes de los toros vayan a la plaza. La verdadera razón es el escaso interés que despierta en la mayoría. Prueba de ello se demuestra comparando el cartel anunciador de los toros en la feria de Almería de este año, con sólo dos corridas y una novillada, con la de aquellos tiempos gloriosos cuando se anunciaban una novillada y cuatro corridas, una de ellas con rejoneador. Por si faltase poco, la política ha entrado en juego y la disposición de algunos partidos en mostrarse sus defensores, pienso que le aportarán más perjuicios que beneficios, y lo que no han conseguido los antitaurinos con las protestas, lo consigan algunos políticos con su defensa.

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