En modo fanático

En el delirante clima que se respira en esa comunidad, parece inverosímil que dé lugar a responsabilidad alguna

Me duelen, y maldigo, todos los crímenes, sin excepción. Aunque si cabe ?que no cabe, pero si cupiera? en especial maldigo los crímenes ciegos, indiscriminados y masivos, que tronchan vidas además de inocentes ?todas de alguna manera lo son? infantes: es el caso de crímenes como los de Las Ramblas de Barcelona. Mas en mi caso ese dolor no bloquea la capacidad de razonar, sea esta la que fuere, sino que fustiga una íntima y perentoria necesidad de entender lo ocurrido. Pulsión que no se conforma con maldecir a los autores materiales del atentado ?a esos pobres desgraciados, colectivamente sicotrastornados? y a los responsables intelectuales de su fanatismo, los de acá y los de acullá, en Oriente. Por el contrario aspira a explicarse cómo, al igual que uno puede poner en el móvil el "modo avión" y aislar el artefacto del mundo exterior, la mente de los niñatos terroristas entró en "modo fanático", o sea en ese especial estado hipnótico que excita y seduce a un colectivo ?no importa si de diez sujetos o de un millón, que de todo hay? y lo confina entre obsesiones que inhabilitan su empatía con quien no comparta sus creencias, coartando la capacidad de raciocinio en las criaturas enajenadas, que quedan impermeabilizadas ante cualquier razón social o ante el sufrimiento ajeno. Ese era, sospecho, el estado alucinatorio mental de los miserables matones. Que no es un estado sicopatológico muy distinto al de otras mentes cuando entran en "modo emoción nacionalista" ?otra modalidad sicofanática aislante? como es el caso de algún político al mando de los Mossos que, con la mente en "modo indepe", ordenó aislarse del resto policías no catalanas durante las casi veinte horas trascurridas desde la explosión del chalet de Alcanar que ocupaban los terroristas antes de operar en Las Ramblas. Una incomunicación cegata y emocionada que también impedía sopesar los avisos previos de la policía belga o de la CIA sobre el riesgo terrorista y a no compartir información de la explosión de Alcanar con expertos españoles ?los Tedax de la Guardía Civil?, o a despreciar hasta las elementales cautelas del Juzgado de Amposta. Ineptitud que, si en vez de provenir de mandos catalanistas, fuera imputable a la Guardia Civil, hoy se estaría clamando por su disolución. Pero que en el delirante clima sicosocial que se respira en esa comunidad, parece inverosímil que dé lugar a responsabilidad alguna.

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