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Luciana Acuña | Dramaturga y directora del Grupo Krapp

Luciana Acuña clausura el FIT: “La obra habla de las relaciones mágicas que ni la muerte puede romper”

Una imagen promocional de la obra ‘Hielo negro’, con Luciana Acuña a la izquierda.

Una imagen promocional de la obra ‘Hielo negro’, con Luciana Acuña a la izquierda. / Carlos Furman

La 38 edición del Festiva Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) acaba hoy con la obra ‘Hielo negro’, que los argentinos del Grupo Krapp pondrán en escena a las 21.00 horas en el Teatro de La Tía Norica. Se trata de una pieza compleja y profunda creada por Luciana Acuña y Luis Biasotto poco antes de que él muriera a causa del covid. Ahora se representa en Cádiz y su autora y directora cuenta cómo se creó y cómo Luis está presente en una obra que tanto le pertenece.

–¿Qué es ‘Hielo negro’?

–’Hielo negro’ es la última obra que creamos con Luis Biasotto (el otro director de Grupo Krapp). Comenzó en una residencia en el estado de Nueva York durante febrero, donde el paisaje se torna completamente blanco por la nieve. Esto para nosotros que vivimos en Buenos Aires era muy singular e inusual; en Argentina por lo general sólo nieva en el sur y el sur es muy caro para visitar.

‘Hielo negro’ es un término que conocimos ahí: cuando la temperatura sube a 0 grados y la nieve se derrite queda una última capa de hielo transparente que sobre el asfalto se ve negra. Éste hielo es causa de innumerables accidentes de peatones en la calle, de animales que resbalan y de autos que patinan, se desbarrancan y vuelcan. Algo que está allí oculto y que puede matarte. Entonces comenzamos a trabajar la obra sobre esa perplejidad que provoca la contradicción de que debajo de algo sutil e invisible, se encuentra un peligro latente. Un peligro de muerte. Pero la obra también habla sobre el imaginario de dos creadores, de dos coreógrafos que trabajan juntos desde hace 20 años, que se conocen de memoria adentro y afuera del escenario y que son amigos o hermanos. Esas relaciones mágicas que ni la muerte las puede romper. Todo esto, al mismo tiempo, está flotando en la obra.

–Es la última pieza creada junto a Luis Biasotto, que falleció por covid en 2021: ¿qué le otorga este hecho luctuoso a la obra? Intuyo que simboliza mucho...

–La obra empezó siendo un dúo, Luis y yo solos en escena, aunque hablando permanentemente con Mati Sendón, el iluminador desde la cabina. Era la primera obra que hacíamos en la que decidimos estar solos en escena, siempre bailábamos con más gente. Tuvimos aproximadamente un año de creación y la presentamos, sin terminar, en Colgate (Nueva York) en el mismo lugar donde la creamos. Luego Luis muere.

Entonces tuve la certeza de que debíamos terminarla, juntos de la manera que sea y estrenarla en Buenos Aires porque ésa era la última obra de Luis.

Lo hablamos con Gabriela Gobbi, nuestra productora y compañera, y decidimos que sí. Que todos nos merecíamos, incluso el público, ver la última obra de Luis. Por supuesto que para mí era imposible pensar en una persona que lo reemplace, lo que construíamos juntos en escena era único y eso tampoco puede reproducirse más. La idea de reemplazar a alguien nunca nos resultó muy cómoda a los dos, pensábamos que siempre había que crear algo nuevo.

Entonces convoqué a tres personas en las que yo encontrara algo de Luis: Santiago porque es un actor increíblemente sensible y con una capacidad para el humor ilimitada; Francisco porque tiene una fuerza física, velocidad y brutalidad en el cuerpo que se desborda, es inasible, y Milva a veces siento que es un poco Luis en mujer, se mueve entre la danza y el teatro con una gracia tan singular que uno se pregunta cuándo estas disciplinas estuvieron separadas.

Con ellos tres en escena, puedo encontrar a Luis.

–¿Cambia el espectáculo tras lo ocurrido o se mantiene igual?

–Los conceptos e ideas del espectáculo se mantienen igual, hay escenas que se mantienen igual, pero en lugar de dos personas hay cuatro, otras escenas que fueron mutando, pero la esencia de la obra sigue siendo la misma, los textos incluso son prácticamente los mismos. Algo ocurre tras la muerte de Luis: que los textos y las escenas que refieren a la muerte, para quien sabe de la historia, cobran quizás un valor agregado. Para quien no lo sabe, ocurre lo mismo que antes. No es un dato que el espectador necesite saber para apreciar la obra. La obra se habla por sí misma, no necesita esa información extra para poder completarla o comprenderla.

–Hay mucho más que teatro en la obra: danza, perfomance, cine... O al menos que se indaga sobre otras disciplinas artísticas.

–Si bien podemos decir que partimos desde la danza o la dramaturgia se construye desde ahí; quienes estamos en escena somos bailarines, coreógrafos, actores, entonces los límites ya no son tan claros a la hora de definirla. Siempre las piezas que creamos con Krapp o Alejo Moguillansky, el director de FX junto conmigo y de la película La edad media que también se ha visto en el FIT, son objetos atravesados por la danza, la performance, la música, la actuación y el cine. Para nosotros no existe un problema en esa contaminación; solo que a veces desde afuera, la gente o la crítica o la estética necesitan colocarlas en algún lugar para poder definirlas. Nosotros no. Tampoco en nuestras piezas nos proponemos investigar en esa relación entre esas disciplinas. Es algo que se da naturalmente, esas artes son parte de nuestro territorio, de nuestra patria y desde ahí creamos.

–El Grupo Krapp actuó también el pasado fin de semana en otro espectáculo del FIT, esta vez en la calle. ¿Qué les parece el festival, que además está cerca de cumplir 40 ediciones?

–Sí, el sábado 28 presentamos ‘Efectos especiales’ que dirijo junto a Alejo Moguillansky, quien no puedo viajar porque se quedó en Buenos Aires al cuidado de nuestra hija. Alejo es director de cine y trabajamos juntos desde hace más de 15 años creando obras y películas donde el cine y la danza están en diálogo constante. ‘Efectos especiales’ tampoco es sencilla de definir. Consiste en un gran traveling de 300 metros donde se filma la agonía de un performer hasta que muere. En ese recorrido ocurren una serie de efectos especiales. Todo el recorrido es acompañado por música para bailar. La gente fue invitada a acompañar el rodaje y luego ver la filmación en tres grandes pantallas dispuestas en la plaza de San Antonio.

Creo que el FIT es un festival muy hermoso, amplio y que a lo largo de los años supo crear con su programación un lugar singular para los artistas, un sitio donde queremos estar.

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