Corolario de la ley del "sólo sí es sí"

Que haya tantas personas que, enfermas o no, incurren en delitos sexuales muestra que estamos ante una sociedad enferma

Las secuelas de la ley del "solo sí es sí" están poniendo en alerta a parte de la población y, sobre todo, a muchos medios de comunicación que nos recuerdan a diario cuántos condenados por delitos sexuales están saliendo a la calle o al menos ven aminoradas sus penas. Frente a las acusaciones de que "están soltando violadores a la calle", como si se estuvieran abriendo las cárceles para que salgan todos en tropel, habría que reflexionar un poco sobre los auténticos resultados. Los que están saliendo lo hacen porque les quedaría poco tiempo para terminar su condena, como ese violador de Lérida que ha salido en enero cuando cumplía su condena creo que en julio; son esos meses de adelanto los que parece que han hecho cundir una grave alarma social. No obstante, si es tan grave que se está produciendo esa revisión de condenas por causa de la famosa ley, si hay que modificarla, modifíquese: no soy un experto en derecho penal para pronunciarme, y seguiré con detalle lo que digan y estén diciendo jueces y penalistas, a los que, siendo benévolo, tal vez no se haya escuchado suficientemente. Sin embargo, no voy a tratar ese asunto, aun cuando sí está relacionado con los números que están saliendo a la luz. El número de beneficiados por la nueva ley es bastante grande, y se está aireando. Pero es mucho más grande el número de penados que no han visto modificada su condena. Ahí es donde quiero llamar la atención: en el gran número de ciudadanos declarados culpables de delitos de corte sexual. Si a eso añadimos el número de los que han cometido algún abuso y por diversas causas no han sido condenados (no se denunciaron los hechos, no hubo pruebas suficientes, o incluso se retiraron las denuncias), podríamos encontrarnos ante un número escandaloso. Es posible que haya otros delitos en los que ha incurrido un número mayor de personas. No es que yo quiera justificarlos, pero los delitos contra la propiedad, la salud o similares me parecen menos graves, porque se cometen contra propiedades o indirectamente contra las personas. Pero los delitos de carácter sexual se cometen directamente contra la persona, contra su dignidad: esto implica una gran falta de respeto, una devaluación de la persona, la despersonalización de un cuerpo ajeno. Que haya tantas personas en una sociedad que, enfermas o no, incurren en este tipo de delitos pone de manifiesto que nos encontramos ante una sociedad enferma.

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