A Vuelapluma
Ignacio Flores
Si vas de viaje sal una hora antes
Entre que estamos en Semana Santa con todas las connotaciones que tiene pensar en lo que llamamos “Tierra Santa” y la actual guerra de Gaza, estoy rememorando muchas de aquellas cosas que estudiábamos en nuestras escuelas y colegios y que se llamaba “Historia Sagrada”. Recuerdo que hacía referencia sobre todo a distintos episodios del Antiguo Testamento que llamaban nuestra atención. Desde Adán y Eva hasta episodios algo extraños, como el tener hijos de una esclava con el acuerdo de la legítima, hasta el conato de sacrificio de un hijo ordenado por Jehová. Claro que junto a esos relatos también encontrábamos episodios de guerras, episodios que describían la conquista y ocupación de unas tierras “que manaban leche y miel” y que su dios les había prometido a los descendientes de Abraham. Esos episodios recogían, por ejemplo, la conquista de Jericó cuyos muros fueron derribados gracias a la trompetería y el griterío de los israelitas; o el famoso episodio según el cual Josué consiguió que se parara el sol para poder terminar de vencer a los enemigos. Pero esos episodios de nuestras enciclopedias no terminaban de relatar la culminación de todas aquellas batallas. Según nos cuenta el libro de Josué, y no recuerdo que se hiciera referencia a aquel penoso final en nuestros libros, al conquistar Jericó “mataron a filo de espada a todo hombre y mujer, joven y anciano. Lo mismo hicieron con las vacas, las ovejas y los burros; destruyeron todo lo que tuviera aliento de vida”. ¿A qué viene poner sobre el tapete este acontecimiento? Propongo un ejercicio de imaginación. Vamos a sustituir Jericó por Rafah; las trompetas por los aviones bombarderos y los drones, y el griterío de la gente por fusiles y otras armas de infantería. ¿Existe cierto paralelismo? ¿Podríamos considerar la conquista de Jericó y su secuela como un precedente de la ocupación de Gaza, como la repetición de una historia? Simplemente, yo me pregunto cuántas veces habrá leído Netanyahu estos relatos bíblicos. También me pregunto si todos aquellos que hablan de la eliminación de los palestinos han estudiado el Libro Sagrado. Supongo que muchas veces y seguramente habrán asimilado y hecho suyos esos procedimientos de destrucción total de todo tipo de vida. Ignoro si siguen pensando que “el Señor está con Josué”. Realmente es penoso estar escribiendo esto precisamente hoy, Jueves Santo, declarado “Día del Amor Fraterno”.
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