Democracia y dogmatismo

Surge el pluripartidismo, haciéndose eco de la propuesta de Mao: "Dejad que crezcan mil flores"

Lo decía el viejo adagio latino: "Hay tantas opiniones como cabezas". O sea, la pluralidad es un hecho. Respetar esta pluralidad a la hora de tomar decisiones en cualquier contexto social (sea público o privado) exigiría que todas las decisiones se tomaran en modo asambleario. Puede llevarse a la práctica en pequeñas agrupaciones, pero el tema se hace cada vez más difícil cuando se amplía el número de personas que deben participar a la hora de decidir. Es evidente que son esas dificultades las que aconsejan que se vayan realizando en forma de síntesis agrupaciones de individuos con ciertas similitudes. Supongo que tal sea el origen de los partidos políticos. Siendo esa la raíz de su existencia es razonable que el bipartidismo sea considerado insuficiente para representar tantas sensibilidades como existen en una sociedad. De ahí esa corriente que apoya que proliferen más partidos que superen las estrecheces de los dos, o a lo sumo tres, grandes partidos. Surge así el pluripartidismo, haciéndose eco de la propuesta de Mao: "Dejad que crezcan mil flores". Hasta ahí yo estaría de acuerdo. Sin embargo, cuando se admiten tantas pluralidades, es una conclusión necesaria admitir que algunos, bastantes, o muchos puedan estar equivocados, o que sus valores no sean compartidos por una mayoría. Y esa misma conclusión deberían haberla hecho suya todos aquellos que han sido elegidos representantes de diferentes grupos sociales. Lo más obvio sería que tales representantes adoptaran una actitud de transigencia, incluso de relativismo, cuando se enfrentaran a posiciones diferentes. Sería lo más razonable entonces adoptar la actitud de aportar, y en su caso de retirar, propuestas. Pero debo estar en la luna. O debo tener una lógica que a nuestros próceres (y no solo a ellos) les resulta extraña. Porque lo que vemos está lejos de mi conclusión. Frente a la necesaria transigencia vemos dogmatismos e intransigencia. Sin argumentos racionales, y sin tener en cuenta ni siquiera su fuerza numérica, se empeñan y se obstinan en imponer sus posiciones bloqueando decisiones que, y esto también es penoso, en bastantes ocasiones tampoco aparecen fundamentadas. "Sensibilidades" y "sentires", como sistemas de valores, tienen que ver con mayorías y se imponen a razones, y encastillarse en ellas estando en minoría es un error. Estas son posiciones dogmáticas son incompatibles con una auténtica democracia.

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