La tapia del manicomio

Misterios cuaresmales

¿De dónde habrá salido esta cera? Faltan casi cuarenta días para la Semana Santa y la salida de las procesiones

El miércoles pasado (de ceniza se llama) empezó la Cuaresma, a ver si os enteráis, so descreídos. Que lo mismo celebráis el entierro de la sardina dentro de dos semanas, que la fiesta de la sobrasada el viernes de Dolores. Esto explica el tiempo de sinrazón en que vivimos, que ya no sabemos si somos churras o merinas. No es menor el cacao del personal que se supone creyente e informado de las liturgias y los ritos, cuando al día siguiente al miércoles citado ya estaba el centro antiguo chorreando cera y los coches patinando. ¿De dónde habrá salido esta cera? Faltan casi cuarenta días para la Semana Santa, que se supone que es cuando salen las procesiones. En realidad, no sabemos de qué nos extrañamos, si aquí salen procesiones cuando le parece al clérigo de turno o a la cofradía que celebra cualquier fiesta privada. Como, al parecer, ya no hace falta pedir permiso al Gobierno Civil (o como se llame ahora) para hacer manifestaciones callejeras, ¿por qué la Iglesia va a avisar de cuándo sacan los santos a la calle? El viernes pasado bajábamos en el buga por la calle de Martínez Almagro cuando al asomarnos a la calle de Trajano, nos adelanta por la izquierda un municipal que cruza su moto en la bocacalle de Lucano y nos impide el paso, obligando a la fila de autos a girar a la derecha para salir al cruce de Real con Eduardo Pérez y echar por donde Dios (dicho sea con propiedad) ha dispuesto mediante sus representantes en la tierra, o sea, el Municipio y las Cofradías conjuntamente. Pero incluso los que no padecieron en sus carnes el corte de calles fulminante (nada de vallas ni anuncios previos) han podido observar las consecuencias durante todo lo que llevamos de semana. Y lo que cuelga, porque no parece que hayan tenido la menor eficacia las medidas que dijeron hace años que iban a tomar para quitar la cera de las calles después de las procesiones. Hasta los ciegos lo saben y lo sufren, por los constantes chirridos de los neumáticos. Eso los ciegos afortunados, porque los que se despisten se pegarán tremendos resbalones porque el bastón reglamentario no tiene detector de cera. Suponemos que los calamones consecuentes con los resbalones serán susceptibles de reclamación por daños y perjuicios. Con un poco de suerte, esta cera se mantendrá hasta que la de las procesiones de Semana Santa tomen el relevo.

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