Perder el "oremus"

Perdido el "oremus" se descalabra el justo término y la magnitud de las cosas es tan relativa como el depende

Es variopinto y sugerente el origen de esta expresión, "perder el oremus", pero no se trata ahora de reparar en ello sino en los más comunes efectos de ese decir. Ya sea perder la lucidez del entendimiento -aunque solo fuere el socorrido sentido común-, extraviar los papeles al confundirse los cometidos que a cada cual corresponden, e incluso desquiciarse las reacciones sociales, cuando poca mecha hace falta y azuzan los pescadores en ríos revueltos. Todavía más, perdido el "oremus" también se rompe el justo término y se descalabra el sentido de la medida, la magnitud de los acontecimientos trastornada por el relativo análisis del depende.La reciente sentencia sobre los hechos que un grupo de desalmados protagonizó hace dos años, en las fiestas de San Fermín, con una joven de recién cumplida mayoría de edad, son buena muestra. Las significativas diferencias entre la agresión sexual (violación) y el abuso sexual tienen que ver con ello, además de las impertinentes justificaciones de algunos pronunciamientos jurídicos. Pero las reacciones, por comprensibles que puedan ser en algunos casos, ponen en riesgo el orden social que ampara la convivencia; así como el funcionamiento de las instancias, es el caso de la Justicia, que la sostienen y preservan. Por eso alarman las referencias al veredicto social, a la aclamación sumaria, cuando aún faltan los procesos de revisión y casación de los que la propia Justicia se vale ante la imperfección de quienes la administran. Sobre todo, si los códigos legales necesitan ser interpretados porque se oscurecen con la ambigüedad o, promulgados hace años, no precisaban o ponderaban como debido parece hogaño. Sin embargo, además las reacciones sociales, se han torcido las posiciones políticas que hace nada, por hechos bastante más graves y ante una gran demanda social, sostenían la conveniencia de no legislar en caliente; mientras que ahora urgen la pronta modificación de los códigos que afectan a los delitos sexuales. Este relativismo, por tanto, debilita la fuerza de los principios y conduce al desorden social -a lo peor el orden acaba tenido como autoritario o facha-. El pasado mes de marzo, una niña de 14 años, tras escaparse de un centro de menores de Alicante, estuvo encerrada durante 24 horas en un piso, donde, engatusada con drogas y dinero, fue agredida sexualmente en repetidas ocasiones por una banda de diez hombres de nacionalidad argelina. ¿Han sido más fuertes las voces por ello?

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