El callejón del gato

Reflexiones sobre las primarias

No se trata de rivales enfrentados, sino de compañeros con voluntad de servir a la misma organización

Escribo esta columna en domingo, cuando se están celebrando las elecciones primarias del PSOE con dos candidatas para encabezar la lista en las próximas elecciones municipales. A cuenta de lo cual me permito hacer las siguientes reflexiones. En primer lugar, soy partidario de que los partidos políticos celebren elecciones primarias en las distintas convocatorias, con el añadido de que sean las bases las que decidan quienes van a ser sus representantes y no los barandas del partido en una segunda convocatoria. En mi opinión, las bases votan al que consideran el mejor candidato, sin las influencias añadidas que surgen entre quienes tienen intereses personales en la organización. En más de una ocasión he oído a destacados militantes del PSOE poner en entredicho las primarias, adjudicando a su criterio personal un valor, del que carecen las bases. Suelen ser voces de quienes, habiendo alcanzado un cargo de relevancia, se consideran con derecho a controlar el partido. Yo personalmente pienso que la celebración de las primarias, sin mayores cortapisas, enriquecen el sistema democrático. Comparando los sistemas de primarias que practican los dos partidos mayoritarios, los hechos me han dado la razón. Pedro Sánchez, por el que no apostaron los gerifaltes del PSOE, se mantiene con sobrada solvencia presidiendo el Gobierno, con el apoyo de los militantes de base. Algunas declaraciones resentidas de las viejas glorias son palabras huecas. Por el contrario, a Pablo Casado, los mismos mandamases que lo colocaron para presidir el Partido Popular en una segunda vuelta, se lo quitaron de en medio a la primera de cambio. Dudo mucho que Soraya Sáez de Santamaría, elegida por las bases, hubiese corrido la misma suerte. Pero, como no todo es perfecto, las elecciones primarias a veces producen divisiones dentro del partido que hay que tratar de evitar. Hay perdedores que abandonan el partido, como si su única aspiración fuese la de ocupar un cargo. Conviene tener en cuenta que no se trata de rivales enfrentados con posiciones políticas antagónicas, sino de compañeros con voluntad de servir a la misma organización. Lo propio sería que, al día siguiente de las elecciones, todos marchen en la misma dirección. Valgan de ejemplo los comportamientos de Pedro Sánchez y de Patxi López, ambos compitieron en unas elecciones primarias y hoy cabalgan juntos, uno presidiendo el Gobierno y otro como portavoz socialista en el Congreso de diputados.

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