El primer beso de amor

El primer beso de amor debió ser una de esas agitaciones con las que el género humano se apartó de la animalidad

Preguntarse por el origen de las cosas es resultado tanto de la curiosidad popular como de las investigaciones científicas. Otra cosa es que estas últimas se ocupen de lo que no debiera merecer sesudas indagaciones, aunque de tal modo ocurre porque la frivolidad se hace atractiva y acaba por reclamar bastante interés. Que el objeto de la atención sea el primer beso de la humanidad no resulta, sin embargo, una asunto liviano o insustancial. Así, la manifestación del besuqueo -entiéndase como la acción de besar, y no solo hacerlo repetidamente- se reparte en dos maneras: los besos amistosos o familiares, por una parte, y los románticos o sexuales, por otra. Los primeros, y ya se entra en materia de investigación, están universalmente más extendidos que los segundos, pues estos últimos podían extender un virus al que hoy se conoce como herpes labial. En un manuscrito indio de unos 1500 años a. de C., parece registrarse el primer beso de amor, acaso la primitiva nervosidad, los primigenios calambres de ese acercamiento tan íntimo de los enamorados. Cómo dieron por buscarse los labios, y después las lenguas, da para otras disquisiciones, desde que los humanos experimentaron ese goce del besarse que estaba reservado a los exaltados relatos mitológicos. Si bien el deleite de los besos solía requerir la condición del matrimonio, sin que ello conllevara, sino al contrario, que los enamorados solteros no pudieran repartirlos con la acrecentada atracción de lo prohibido. Se duda con algunas averiguaciones sobre si el acercamiento se debió a una intención de oler en lugar de besar, pues el reconocimiento olfativo parecía más explicable en los primeros acercamientos homínidos. No pocas veces, la génesis de los besos se documenta como resultante de los actos eróticos, como una actividad poscoital -adóptense los términos científicos- que hacía sucederse los acercamientos del cuerpo. Ahora bien, no se piense con ello en el sexo oral, que a eso la investigación dedica otras hipótesis, sino en la sucesión de los acercamientos: los órganos sexuales, primero, y los labios de la boca, después. En fin, como no se trata de literatura erótica, sino de investigación científica, el primer beso de amor debió ser una de esas ancestrales e íntimas agitaciones con las que el género humano se apartó de la animalidad.

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