Su querida España

Un ministro nunca va a los toros y sólo habla cuando le preguntan. Y siempre responde sea cual sea la pregunta

Margallo es un ex ministro notable y diferente. A ver, quién recuerda a un ministro. Nadie. Entran tantos y salen tantos. Pero Margallo no es uno más. Marga, que es como yo le llamo en la intimidad (en la intimidad de mi pensamiento pues yo jamás le he llamado), quiere dejar su huella en la historia, como la dejan los presidentes y (algunos) ministros, pero como no la ha dejado en vida ministerial, quiere dejarla en su existencia post ministerial. Y por eso escribe y esgrime sus ideas muy don erre que erre. Ahora Marga, ahora que el presi no te escucha. El presi lo dejó fuera en su nuevo gobierno y mientras todos los ministros salientes saludan sin rechistar y se hacen la foto pasando la cartera, Marga se despidió con un pues tú sabrás lo que haces. Marga, tú tan español y tan como se debe ser, esa pose de estar a punto de ir a los toros cuando te enteras de esto o lo otro, no encaja con la nueva ola. De vaqueros y rastas, camisetas y cazadoras. Y tú yéndote a los toros, pero a quien se le ocurre. Y encima titula su nuevo libro Por una convivencia democrática. Así, provocando. Y vuelta a los Estados Unidos de Europa, que sí, que estamos ahora para estar unidos. Y claro, suelta un ya te lo dije Mariano, de soslayo. Yo no digo nada, si me hubieras hecho caso. Marga no se resigna, el lo es todo en su concepción vetusta de España. Que ya no pega, Marga. Y por mucho que pongas a Cecilia en el radiocassete del coche la España que viene es la reostia del quilombo, la madre de todas las Españas y la de ninguna. Ya no se lleva la banderita en el ojal, ya se llevan las golondrinas sus nidos a otra parte y tú te quedas sólo en un banco del parque mirando las estatuas de los próceres, mientras se llevan el gato al agua los ministros que pasan desapercibidos. La principal cualidad de un ministro en activo es que nadie sepa como se llama, que nadie reconozca su foto y que nadie sepa relacionar ministro con ministerio. Lo peor que le puede pasar a un ministro es que todo el mundo sepa quién es y cuál es su ministerio. Y que encima tenga utopías no generalistas en su cartera. Y ya si se está a punto de entrar en los toros cuando pasa no sé qué pues para qué más. Un ministro nunca va a los toros y sólo habla cuando le preguntan. Y siempre responde sea cual sea la pregunta: hay que atenerse a la legalidad constitucional y a las directrices del gobierno. Ya te lo dije, Marga.

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