Inventos

El brebaje es el idóneo y sorprendente inventoque nadie nunca seatrevió a pedir

El páramo de la pampa lóbrega de los intelectuales, pipa imaginaria en boca con barba acicalada, rumia en cafés de penumbra, tonta semana pasada, pasada por agua y viento, para mis vacaciones futuras mejor que fastidie el peliculeo mohoso de siempre. Me parece más que gastan el Ben Hur de tanto usarlo y análogamente túnicas sagradas poco me resultan, más cinéfilo sería programar una intelectual sesión con reliquias y joyas de cinerama plano, esencia de idolatrías fílmicas. Pasan pascuas y vuelven cafés de diario. Desayunan los funcionarios, desayunan los administrados, desayunan las fuerzas de orden público, vestidos de verde, eternos desayunos efímeros de solitarias enigmáticas señoritas, todos desayunan sin parar mientras los austeros coreanos hacedores de uñas sólo tienen tiempo de un sorbo apresurado y expanden sus asuntos hasta el centro y me arrastran en su veloz no parar. Luego vuelvo a otras cafeterías mundanas y pido, sí, sic, un café descafeinado de sobre en una tacita pequeña de cortado. Cómo si nunca se hubiera producido el milagro, me miran con estupor, siempre, será que se considera imposible componerlo, pero sólo es cuestión de magia física. En la diminuta taza del instantáneo sorbo, sobre la superficie de leche minúscula se deja caer el contenido descafeinado del sobre y él solo, como por arte de procedimientos tensionales, se sumerge en el líquido y blanco elemento, siempre bien caliente, bastando luego echar el dulce edulcorante y remover con la también minúscula cucharilla. El brebaje es el idóneo y sorprendente invento que nadie nunca se atrevió a pedir y que sirve como excusa para volver a tomar café cuando ya se ha tomado uno bien provisto de cafeína recientemente, pero que por circunstancias ajenas al cotidiano desayuno, se ha de volver a tomar o usar necesariamente de cafetería por diversos motivos y no se desea ingerir tamaña cantidad láctea como presume el tradicional café con leche descafeinado de sobre, para no epatar, en taza normal grande. Pues este es mi invento a veces necesario, siempre inusitado, de explicaciones siempre tensas y de resultados perfectos. No digo que ya lo conocieran otros pero, y aquí pongo fecha y firma, nadie antes puede demostrar con documentos su conocimiento. Y lo bautizo: café con leche descafeinado de sobre, en taza pequeña o resumiendo, un cortado descafeinado de sobre. Inventado, y patentado, queda.

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