Movimientos en política

Vivir de espaldas a la sociedad no es bueno; pero buscar el acomodo a "lo que se piensa" no es propio de personas convencidas

¿y quién ha dicho que los políticos españoles son inmovilistas? Eso me preguntaba yo cuando oía a Moreno Bolilla hablar de sus convicciones andalucistas y, al mismo tiempo, me venía a la mente aquella consigna de sus ancestros políticos, la UCD, proclamando a los cuatro vientos: "Andaluz, este no es tu referéndum". Claro que desde entonces hasta ahora han pasado muchos años antes de llegar a este cambio de actitud no ya moderado, sino auténtico giro copernicano. "Com ha passat el temp, com han volat el anys!" que se decía la tieta de Serrat (¿Moreno Bonilla?) frente al espejo. Tal vez el paso del tiempo pueda justificar esa rotación de180 grados y haya propiciado un proceso de maduración que haya arrumbado viejas convicciones. Puede ser. Pero muy pronto evoco la deriva, los cambios que han experimentado tanto instituciones como partidos políticos o individuos que tal vez no hayan necesitado que pasara tanto tiempo para modificar sus posiciones. Muy reciente, lo estamos viviendo, es el largo viraje de Tamames, desde posiciones casi pro-soviéticas a muleta de Vox. O el tránsito de Cantó. O pasar de la negativa rotunda de pactar con Podemos, que hizo Sánchez en campaña electoral, a convertirlo en sostén imprescindible del gobierno ¿Para qué seguir? Cualquiera de los que lean esto (si alguno) podrá multiplicar los cambios extrayéndolos de su memoria. Algunos de estos casos podrán explicarse simplemente como un cambio de chaqueta buscando nuevas prebendas. Muchos son los políticos que se subieron a distintos partidos emergentes, partidos que actuaron casi como el camión de la basura recogiendo retazos de quienes perdieron protagonismo en partidos previos. No me molestaré gran cosa en tratarlos. Más importante es el cambio que viven los partidos políticos sobre posiciones que consideraron sólidas. Por ejemplo, la condena del aborto o mantener el marxismo en los estatutos. ¿Ha sido la convicción de que carecían de sentido valores anteriormente sostenidos lo que los ha despertado, o ha sido simplemente el temor a perder votos lo que les ha hecho abandonar la idea previa? Todo esto me lleva a preguntarme cuál es el valor de las convicciones, si es que hay alguna razonablemente sostenida. ¿Las hay? Vivir de espaldas a la sociedad no es bueno; pero buscar el acomodo a "lo que se piensa" para no perder protagonismo, con sus ventajas concomitantes, no es propio de personas convencidas.

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