Procustos a pares

Hay quien cree que los recursos naturales no tienen límite y se proponen ampliaciones de regadíos como si el agua fuera ilimitada

Estos días me parece que estoy en dos colinas griegas, una en el Ática, y la otra en Eleusis; en cada una hay un “Procusto”. Los miro detenidamente y veo lo siguiente: Los dos, cada uno a su manera, tratan de acomodar al viajero a su lecho. Hay un Procusto “Primero” que dispone de un lecho enorme, casi sin límites, sobre el que trata de ajustar al viajero inocente que, al llegar a Ítaca, no sabe qué futuro le espera; ese viajero es la naturaleza, la realidad social, el universo de los recursos. Piensa este primer gigante que puede estirar la manta que solo puede dar de sí lo que permite su superficie limitada, y al forzarla solo consigue convertirla en jirones que escasamente cubren su lecho, con nula posibilidad de futuro.

Por su parte, el Procusto “Segundo” dispone de un lecho pequeñito, casi minúsculo. También llega a Eleusis nuestro viajero que también ignora que va ser considerado como un medio, como un simple elemento para cubrir esa cama. También intenta este otro gigante adaptarlo a su lecho: pero como el viajero es mucho más grande que el lecho va a verse estrujado, cercenado, mutilado y tiene como resultado final algo lamentablemente penoso: convertirse en un guiñapo, triste imagen de sí mismo. Y así nos vemos.

Hay quien cree que los recursos naturales no tienen límite y se proponen ampliaciones de regadíos como si el agua fuera ilimitada y el incremento de plazas turísticas y de visitantes pudieran ser atendidas sin fin y que pesticidas y plaguicidas se pueden usar sin límite y que la ampliación de aeropuertos es el futuro y que debemos producir bienes sin mesura.

De modo paralelo hay quien piensa, de modo avariento, que nuestra realidad es muy pobre y que los recursos están tan limitados que hay que conservarlos, sean cuales sean las consecuencias: ojo con la extracción de agua, cuidado con construir cerca de las costas y en parajes naturales con las degradaciones subsecuentes, que hay que limitar el turismo y que hay que poner coto a la producción de determinados bienes. Los primeros son los que ven en el CRECIMIENTO la panacea. Los segundos, ateridos, no dejan de predicar el DECRECIMIENTO para evitar tremendos males futuros que harán insoportable la vida sobre la tierra. Y lo peor de todo es que también uno lucha contra el otro por atraer viajeros. ¿Tesis y antítesis hegelianas? Si fuera así, ojalá la síntesis nos lleve a la desaparición de todo Procusto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios