La tapia del manicomio

Sincorbatismo

La oposición a su izquierda hace años que no se pone corbata, ni chaqueta, ni zapatos formales

La penúltima polémica "político-económico-social" surgida este verano va de usar o no corbata en determinados actos. Para ahorrar energía, dice Pedro Sánchez. Que es irrelevante el ahorro, dice la oposición. Nos referimos a la oposición a la derecha del Presidente, porque la oposición a su izquierda hace años que no se pone corbata, ni chaqueta, ni zapatos formales. La imagen de Pablo Iglesias saludando al Rey en mangas (remangadas) de camisa y zapatillas deportivas es ya antigua y, por tanto, clásica. Eso sí, alquiló un esmoquin y pajarita para ir a la entrega de los premios Goya.

Hay un antecedente histórico con otra prenda de vestir, que también era obligatoria socialmente y ha desaparecido con los años. Hasta los años veinte del pasado siglo hombres y mujeres no salían a la calle con la cabeza descubierta. Eso sí, los hombres educados se quitaban el sombrero para saludar y cuando estaban bajo techo. Las mujeres lo mantenían en cualquier circunstancia. Especialmente en las iglesias, donde no podían entrar con la cabeza descubierta ni con los brazos al aire; en los años cincuenta, todavía muchas llevaban en el bolso, en verano, un velo y unos manguitos para cubrirse el pelo y los brazos.

Por aquellos años veinte empezaron los movimientos antisombrero, tanto en hombres como en mujeres. Las ilustradas jóvenes de la Generación del 27 se quitaron el sombrero como señal de liberación, algo así como cuando, en los sesenta, se quitaron el sostén. ¡Qué tiempos aquellos! Y cuánto ha avanzado el puritanismo desde entonces… A lo que íbamos. Que el sombrero se perdió y solo quedó para las pamelas femeninas en las bodas o para el cáncer de piel en verano. Por eso, el gremio de fabricantes de tales prendas montó una campaña publicitaria, nada más acabar la Guerra Civil, con un eslogan muy elocuente: "Los rojos no llevaban sombrero". No sabemos la repercusión que tuvo en las ventas, pero es verdad que se empezaron otra vez a ver sombreros sobre cabezas masculinas peinadas con brillantina y con bigotillo fino y recto. Pero duró poco y hoy, repetimos, apenas se ven salvo los susodichos por prescripción facultativa. ¿Pasará lo mismo con la corbata? Puede que algunos sigan la recomendación de Sánchez, otros le llevarán la contraria por sistema, y puede que, poco a poco, se vaya perdiendo el uso cuasi obligatorio de la corbata en muchos actos. La próxima batalla será la de la guayabera en vez de chaqueta y camisa. Los pertinaces calores parece que así lo anticipan.

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