Del simbolismo a la sacralización

Es la adoración del objeto, no de lo que representa. Raya, si no da de lleno, en idolatría

Soy consciente de que el pensamiento abstracto puede resultar confuso. Es más que difícil cristalizar lo que son puros conceptos en algún tipo de imágenes que puedan resultar inteligibles. Díganlo, si no, los que hayan leído a Hegel o El Ser y el Tiempo. Aunque tampoco hay que recurrir a casos extremos como esos. Como profesor de secundaria sé que una de las cosas más complicadas es hacer accesible a las mentes aún inmaduras de los alumnos muchos de los conceptos filosóficos. La complicación se incrementa cuando hay que conseguir que los ejemplos se queden en eso, en ejemplos, y no suplanten al concepto. Pongamos como ejemplo el famoso "mundo de las ideas" de Platón. Difícil es hacerles dar el salto desde el ejemplo de algo bello a lo que podría ser la idea. Pasaba esto en clases de filosofía, y pasa en algunos otros ámbitos, por ejemplo, en el ámbito de la religión. Ni que decir tiene que se trata de un mundo donde reina lo invisible tanto o más que en la filosofía. Pero a diferencia de la filosofía que hasta la fecha estaba hasta cierto punto restringida a un sector minoritario de la población, la religión es un asunto mayoritario. Desde siempre, la Iglesia ha mantenido la tesis de que es necesario utilizar símbolos materiales, físicos, para facilitar a los creyentes el acceso a ideas de difícil comprensión, más aún entre los que consideraban de baja formación (que eran mayoría). Esa tendencia paternalista hizo surgir reacciones desde tiempos muy tempranos entre algunos cristianos que consideraban aberrante la utilización de imágenes y de "santos", y dio lugar a los iconoclastas. Posición similar empezaron adoptando los luteranos: baste acudir a cualquiera de sus templos. Los católicos siguieron con su tendencia a la exposición de pinturas e imágenes. Vírgenes, santos, ángeles, Pantocrátor… Abigarramiento generalizado en las catedrales, templos y ermitas. Con las exhibiciones correspondientes fuera de los templos. Dos caminos antagónicos, por lo que se ve, y quizá irreconciliables. ¿Qué pensar del camino seguido por los católicos? En mi opinión, el derrotero de estos segundos puede haber conducido a una finalidad tal vez no deseada. Ha convertido en objeto directo de culto el objeto material que inicialmente era solo un símbolo y le han dotado de personalidad sacra. Es la adoración del objeto, no de lo que representa. Raya, si no da de lleno, en la idolatría.

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