¿por qué preferimos las noticias sin explicaciones que encajan en nuestro esquema de la realidad antes que las noticias bien explicadas que no encajan en nuestro orden de las cosas? ¿Por qué preferimos creer en los hechos antes que en su realidad? ¿Sustentamos nuestras creencias acaso en lo que queremos que sea el hecho antes que en lo que realmente es? Sentirse seguro es imprescindible. Pero es precisamente la búsqueda de una justificación de los hechos a toda costa lo que nos lleva al auto engaño. Porque, ¿acaso es tan vertiginoso descubrir elementos de la realidad que nos rodea que no encajan en nuestro análisis de la misma?

La escuela Pitagórica, ya saben, aquella que tuvo su esplendor hace más de veinticinco siglos, justificaba que todo en la naturaleza se explicaba a través de las Matemáticas, porque todo se reducía a meros números y a relaciones entre ellos. Pero no solamente todo se reducía a relaciones o razones entre números, sino que eran unas razones muy concretas: obligatoriamente había de ser una razón entre dos números enteros; sólo podían dividir aquellos números que no tuvieran parte decimal.

Ocurrió lo que tenía que ocurrir: precisamente a través del teorema que lleva el nombre del titular de la Escuela (a saber, el Teorema de Pitágoras), se llegó a la existencia de un número (a saber, la raíz de 2) que no es racional; es decir, no podemos escribir la raíz de 2 como un cociente de números enteros. Esto no fue un gran problema para la sociedad de entonces: siguieron comiendo, bebiendo, trabajando o fornicando, a la misma velocidad de crucero que antes. Únicamente supuso un fuerte revés para los propios pitagóricos. Un revés intelectual terrible: para ellos, la razón, tanto la intelectual como la de entre números enteros les bastaba para describir la realidad. Esta notica les llegó a lo más profundo de su secta: las deserciones y los suicidios acabaron con ella. Todo, menos aceptar la realidad: no hemos cambiado.

Cuando nos movemos en ámbitos reducidos, esos lugares donde "estamos encantados de habernos conocido y de ser reconocidos", en ese supuesto éxito está nuestra propia tumba. Ya hemos superado aquella etapa en la que afirmábamos que "el conocimiento es poder": hoy es una afirmación completamente falsa, pues todos tenemos acceso a ese saber, y son hordas quienes lo desprecian. Hoy el poder es saber discernir la realidad entre las noticias.

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