República de las Letras

Tiempo de política

El presidente Sánchez es, por lo visto hasta ahora, el político por antonomasia, el negociador, el dialogante

La política es, como dicen, el arte de lo posible, el presidente Sánchez es el político por excelencia. En efecto, toda su ejecutoria al frente del Gobierno de España está llena de negociaciones, eso que tan extraño es a la idiosincrasia de los políticos en este país. Digo extraño y digo mal, porque cuando esos que insultan al presidente, que lo crucifican y le desean la muerte son los que gobiernan, negocian hasta con el demonio con cuernos y rabo. Negocian con los nacionalistas, con los independentistas y hasta con ETA, como hemos visto en gobiernos de la derecha.

Una derecha cuyos métodos ruines y miserables no conocen límites e incluyen una bajeza sin moral ni ética, como estamos hartos de ver cuando está en la oposición. Ni una propuesta útil a los españoles, ni una medida que resuelva problemas –al contrario: ya estamos viendo lo que pasa con la Sanidad Pública en Andalucía–, ni una contrapropuesta que sea razonablemente aceptable.

Lo último ha sido el ataque a la familia del presidente. Sin pruebas, de la mano de la extrema derecha –ese pseudo sindicato fascistoide– el partido que aspira a gobernar se ha embarrado, como suele hacerlo, en el ataque personal. Cualquier español estaría asqueado de tener que soportar a semejantes políticos, pues todo esto pasa al margen de sus problemas y necesidades, y lleva a pensar –erróneamente– que entretenidos en sus peleas no se emplean en el gobierno de la nación. Eso es, precisamente, la intención de la derecha, hacer creer a los españoles que nadie se ocupa de ellos. Dejarse llevar por esas aviesas y malsanas intenciones de la oposición de derechas y neofranquista es un gran error.

Por el contrario, el presidente Sánchez es, por lo visto hasta ahora, el político por antonomasia, el negociador, el dialogante, el que suscita la unidad del partido en el gobierno, el que ignora todas esas supuestas líneas rojas que la derecha quiere imponerle al demonizar a todos los que no piensan como ellos. Un ejemplo: puestos en la tesitura de eternizar el conflicto político catalán o intentar encauzarlo dentro del mapa político, ¿usted qué haría, lector? Sepa que encastillarse en principios inamovibles causa represión sobre otros. Y a nadie con un poco de dignidad le gusta ser represor de sus semejantes. Otro ejemplo: recordemos lo que hizo la derecha y su hermana, la extrema derecha, durante la pandemia.

Es tiempo de política.

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