Una raya en el mar

Frívolos

No todo vale si los medios y redes empobrecen la democracia y la profesión sagrada del periodismo

Desde que Pedro Sánchez tomó posesión como presidente del gobierno, en junio de 2018, una derecha revolucionaria se hizo responsable de la destrucción de la magia en política. A Pedro Sánchez enseguida se le juzgó por usurpador, por sostener que una moción de censura podía dar por resultado un gobierno de izquierdas, como si pareciera imposible un país sin el dogma político de Aznar, Rajoy o Feijóo, que piensan que el poder les ha sido arrebatado.

Con esos antecedentes, era difícil imaginar que esta derecha se iluminara para romper el prodigio de aquel gobierno ilegítimo reventando la cadena trófica de la derecha, es decir, la energía que necesita para realizar sus funciones vitales: gobernar porque el Estado es suyo. Desde entonces, el gobierno de Pedro Sánchez ha sido un Pentecostés permanente cuyas lenguas de fuego, ángeles que contemplan la maldad sin ensuciarse, han arrasado el país de bulos y mentiras como si todo valiera.

No todo vale cuando la derecha juega con el resentimiento y se enfanga con una pulsión ineludible en la vida de una familia para derrocar un gobierno, al que considera ilegítimo, como si esa consideración de ilegitimidad se la comiera por dentro.

No todo vale si los medios de comunicación y redes sociales empobrecen la democracia y la profesión sagrada del periodismo con libelos, bulos y calumnias. No todo vale cuando políticos como Rafael Hernando, sin pruebas, de oídas, sin pudor ni vergüenza, sincronizado con la extrema derecha ideológica de VOX, embiste sobre el buen nombre de sus adversarios políticos.

No se pueden proferir condenas taxativas de corrupción “al círculo más íntimo del presidente del gobierno, esposa, suegro y hermano”, como ha hecho la portavoz del PP en el Congreso, Pepa Millán, al término del Pleno del Congreso el pasado miércoles. No tenía derecho, tampoco necesidad, de haber ido tan lejos en busca del instante notorio, de la euforia de los fuegos de artificios o la odisea.

Pero se ve que no se puede esperar más de seres de esa estirpe política, que duermen con el calor de la mentira en el costado. Contra ellos hay que armarse de valor porque te aprietan como la garra de un tigre y, si el 90 por ciento de sus cuerpos son agua, el 10 por ciento restante es la calderilla de sus delirios, mezclados como los elementos de una aleación; de ahí que, si te acercas a ellos, lo hagas con reservas porque esa aleación es materia frívola.

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