República de las Letras

La misma feria de todos los veranos

La gente quiere divertirse, pasarlo bien. La pandemia nos cambió. Ahora sabemos que, en efecto, la vida son cuatro días

Se ve que me hago viejo. Hace ya mucho que me río de mí mismo cuando me veo haciendo lo que hace todo el mundo, a la misma hora de todo el mundo y en el mismo sitio que todo el mundo. Por ejemplo, hacer colas. Mira que nos gusta hacer cola. Pero yo las veo como reminiscencia de los años de posguerra en nuestro inconsciente colectivo, si es que eso existe. Cuántas veces me he resistido a hacer colas y me he ido del lugar por no hacerlas. Ir al mismo bar. Esperar de pie a que se quede una mesa libre. Ir al mismo espectáculo. Pasear por el mismo Paseo Marítimo, a la misma hora de la señora andarina o el anciano que se ha metido a ciclista por un día y no volverá a coger la bici porque se cansa demasiado. Comprar en la misma panadería o echar la Primitiva en la misma administración de loterías que el resto del barrio. En fin, ser uno más, uno que pasa, uno del montón.

Eso es la Feria, ni más ni menos. Ser masa. Ser gente. Una vez perdido el encanto que tuvo en la infancia y la adolescencia, cuando se montaba en el Puerto, la Feria no me interesa. Me cuentan una anécdota para mí significativa. Lo más interesante de aquella noche de Feria fue el autobús que los trajo gracias a un conductor que se tomaba unas curvas emocionantes, gente para un lado, gente para otro, como alma que lleva el diablo. Eso, después de la palmatoria absoluta de los cacharricos, de las pestes y de los empujones de la gente. Fue lo mejor por excepcional. Porque la Feria, en fin, se repite a sí misma año tras año. Sí, hay que cumplir con el trámite de llevar a los niños, pero, después de todo, la Feria nunca es nada nuevo.

Pero hay ganas de Feria. La gente quiere divertirse, pasarlo bien. La Pandemia nos cambió. Ahora sabemos que la vida, esto siempre fue cierto, son cuatro días y dos de ellos llueve. Nadie ha venido del más allá a decirnos si hay o no hay algo, si existe o no existe, si era cierto o no lo que nos decían los curas. Así que a pasarlo lo mejor posible. Si es gratis, bien; si es caro, pues a pagar. El dinero es para eso: ya no se trabaja para comer, se trabaja para pasarlo bien. Y si hay que hacer colas, pues se hacen. Y si se repite el ritual cada año punto por punto, pues que se repita. Siempre habrá gente para participar en el gran espectáculo, aunque el futuro no esté nada claro. Siempre habrá quienes querrán hacerse la ilusión de ser protagonistas por unos días. Feliz Feria

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