Decía el maestro del retrato Hernán Cortés en su discurso de contestación y bienvenida a José Ramón Ripoll, que la amistad que desde niño les ha unido se ha alimentado de música, de poesía y literatura, “así como de visitas a exposiciones y museos”.

Ambos han compartido “muchas conversaciones cómplices de las que me siento en deuda”, puntualizaba el pintor de esta suerte de amistad. Una amistad retroalimentada en sus recíprocos saberes y dones, que un día llevó a Cortés a pintar el retrato de Ripoll y a Ripoll abundar en ésta y en la extensa obra de Cortés. “Quiero hacer notar en la trayectoria de Ripoll los artículos, libros y catálogos de exposiciones y artistas. Ha escrito textos muy brillantes sobre Carmen Bustamante, Manuel Ruiz Ortega y Pedro Escalona, entre otros. Y también sobre mi pintura, que ha sabido interpretar con gran profundidad”, reconocía.

De hecho, fue Ripoll quien protagonizó un texto para la exposición retrospectiva con la que Hernán Cortés nos deleitó el pasado año en Madrid y en Cádiz, Retrato y Estructura, “en el que interpreta mi evolución artística a través de piezas musicales que hemos compartido muchas veces”, destacando para ello la sonoridad de su pintura. “Señala que en mi obra extraigo de la música ritmo, cromatismos, dinámicas y tensiones que trasladar al lenguaje pictórico”, vinculando sus cuadros “a un esquema sonoro que no se ve, pero que se oye: todo responde a una firme prescripción que, sin embargo, se sostiene en el aire”.

Pero Cortés también definió a Ripoll como mejor sabe, pictóricamente, cuando en 1989 le hizo un retrato del que Ripoll extrajo el talante atemporal de sus creaciones, pues “a pesar de los años transcurridos, descubre en su mirada no una ilusión pretérita, sino el vislumbre de un ensueño que aún no ha sucedido todavía”. Bellas palabras las del poeta, que el pintor tradujo como “la esperanza de una amistad que habrá de depararnos todavía grandes momentos juntos”.

Los que quedan por vivir, y los que vivieron, y que Cortés desgranó recorriendo el resto de su “hoja de vida”. Así, aparte de destacar la voz más profunda de su poesía, que le ha hecho merecedor entre otros muchos del Premio Fundación Loewe 2016 con su obra La lengua de otros, diseccionó los “vastos saberes y múltiples intereses que vienen conformados por una curiosidad insaciable ”. Habló de su inseparable faceta como musicógrafo, escritor y poeta, a lo que suma su amor por la pintura y otras artes. Se centró en su paso por Radio Nacional de España, donde trabajó cerca de cuatro décadas, así como en la de compositor. Rememoró su Cuarteto para piano, viola, guitarra y contrabajo (1975), Tiento (1975), Ética formal para Madison Grand (1975) o Variaciones sobre Mompou (1976). También realizó una versión castellana de Carmen junto a Fernando Quiñones y la Cantata a tres voces con poemas y canciones de Ripoll a partir de obras de Goya, para el Festival de Música de Granada.

De Manuel de Falla también ha publicado más de una treintena de artículos, explicó, como gran conocedor de su obra que es, y comisarió exposiciones como El fuego y la palabra y Manuel de Falla. Imágenes de su tiempo por el 125 aniversario de su nacimiento. Además, intervino en el programa de reapertura del Falla con Entrando en otro siglo con Manuel de Falla y Cádiz al fondo, entre otros muchos hitos vinculados al músico universal gaditano. No quiso olvidar su papel en RevistaAtlántica de poesía, de la Diputación, entre otros trabajos para la prensa nacional y sus numerosos estudios de la relación entre música y texto. “Un trabajador infatigable de múltiples intereses”, dijo, al que la presidenta de la Real Academia, Rosario Martínez, impuso la medalla académica manifestando el gran honor de recibirlo como nuevo académico. Un ingreso que reciben, dijo “como un regalo”, porque José Ramón Ripoll viene a recorrer un nuevo camino por las artes, “en el que la música y la poesía trazan un sendero nuevo”.