Una normativa de la Santa Sede impide que los restos mortales de las personas convertidas en mártires queden fuera de la conservación eclesiástica pues ya no se les puede considerar como difuntos y pasan a ser reliquias. Como parte de la masiva beatificación que se celebró el pasado mes de octubre en Aguadulce, donde se beatificó a 115 mártires almerienses, se llevó a cabo un trabajo de exhumación y conservación de todos aquellos cuerpos cuyas condiciones permitían su búsqueda.

A las familias de estos les llegó una solicitud por parte de la Delegación Episcopal para las Causas de los Santos en la que se les solicitaba permiso para realizar las exhumaciones. El texto era el siguiente: " Se solicita sea concedido el correspondiente permiso de exhumación y realizados los trámites oportunos para la exhumación de los restos mortales de los Siervos de Dios (nombre del fallecido), que serán posteriormente depositados ... (en la respectiva parroquia)".

Sin embargo, debido a la normativa establecida por la Santa Sede en febrero de 2017, las reliquias deben ser objeto de culto y, por tanto, depositarlas en un lugar adecuado a ello. Las familias entienden que no se ha cumplido con el texto inicial y algunas de ellas están valorando la posibilidad de ir a los tribunales para que los cuerpos de sus familiares regresen en la mayor totalidad posible a sus municipios, cumpliendo con la parte en la que se dice que regresarán a la iglesia parroquial.

El Obispado explica que, respetando el derecho de sus familias, ha previsto la entrega de Reliquias a los familiares, así como a las parroquias donde ejercieron su ministerio en el momento que fueron martirizados o vivieron su fe. Estas reliquias son restos muy reducidos, tratados conforme a norma civil y canónica de conservación de las reliquias óseas. Por tanto pierden la categoría de "difuntos". Su destino fundamental es el culto público para servir de testimonio de fe a toda la iglesia, especifican desde el Obispado.