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El alcohol te puede matar

  • Es uno de los factores de riesgo más frecuentes de los accidentes de tráfico

Quién no ha bebido alguna vez? Es una pregunta de difícil respuesta ya que casi nadie será capaz de alzar la mano. Beber alcohol está aceptado socialmente, se permite e incluso no se ve mal. El tabaco ha sufrido una mayor persecución y ya no se es tan permisivo en los bares, restaurantes o zonas laborales. Sin embargo, cada vez es más frecuente ver a menores bebiendo en parques o plazas, lo que se llama comúnmente botellón. Incluso ha habido muertes de adolescentes debidas a un coma etílico. Pero lo que realmente es alarmante es cuando se consume alcohol y luego se conduce un vehículo, las consecuencias pueden ser desastrosas.

Alcohol y volante

El alcohol es otro de los factores de riesgo más frecuentemente implicados en los accidentes de tráfico. Son muchas las muertes que se pueden evitar si todos hacemos un consumo responsable del alcohol y nunca conducimos bajo sus efectos. El 42% de los conductores en nuestro país, suelen beber y conducir. Por ejemplo, se ha llegado a calcular que de cada 100 accidentes mortales, el alcohol está implicado de uno u otro modo en entre 30 y 50 de ellos. El 29% de los conductores y el 21% de los peatones fallecidos superaron los límites de alcohol en sangre.

La alcoholemia representa el volumen de alcohol que hay en la sangre y se mide en gramos de alcohol por cada litro de sangre (g/l) o su equivalente en aire espirado. En España, la cantidad de alcohol permitida en sangre es de 0.5 gr/L, que supone 0.25 mg/L en el aire que se espira por boca o nariz y de 0.3 gr/L en sangre si el conductor es novel o profesional, que supone 0.15 mg/L en el aire espirado. Aunque dos personas beban la misma cantidad de alcohol es muy poco probable que alcancen la misma tasa de alcoholemia o que lo hagan en el mismo momento. Incluso si es una misma persona la que toma alcohol en dos días distintos, la tasa de alcoholemia que alcance también puede variar. El alcohol puede empezar a detectarse en la sangre a los 5 minutos de haberlo ingerido y alcanza su máximo nivel entre los 30 y 90 minutos siguientes. A partir de este momento, comienza a desaparecer lentamente de la sangre hasta su completa eliminación.

¿De qué depende la tasa de alcoholemia?

-Sexo: Las mujeres pueden tener tasas más altas de alcohol en sangre que los hombres, a pesar de haber bebido la misma cantidad o tipo de bebida. Un hombre que pese sobre 80 kg, necesita al menos 3 tercios de cerveza para dar positivo; en cambio una mujer puede darlo con dos e incluso con una sólo. La distribución y concentración del alcohol es diferente en una persona gruesa que en una persona de menos peso. Con lo cual, una persona delgada puede obtener una mayor tasa de alcoholemia con la misma cantidad de alcohol ingerido que una persona gruesa.

-Velocidad a la que se bebe: La absorción del alcohol depende directamente de la velocidad a la que bebas. Cuanto más rápido tomes la bebida, mayor será la velocidad de absorción y la cantidad total de alcohol que pase a la sangre. Si además se bebe con el estómago vacío, la absorción del alcohol es más rápida que si hemos comido copiosamente ya que el estómago va degragando el alimento, absorbiendo grasas lo que retarda la entrada de alcohol en sangre. Si se alterna el consumo de dos bebidas alcohólicas con alguna sin alcohol, ayuda a que los efectos del alcohol no sean tan acentuados. La cerveza se absorbe más lentamente que las bebidas destiladas como el whisky. Si la bebida está caliente o se mezcla con refrescos como las bebidas carbónicas, con mayor rapidez llega el alcohol a la sangre y el cerebro. Sin embargo, el alcohol ingerido siempre terminará por pasar a la sangre por mucho que se haya comido o por lento que se haya bebido.

-Hora del día: No es lo mismo beber por la mañana o por la noche. Si se ha bebido de forma importante por la noche y debido a que durante las horas de sueño, la eliminación del alcohol en sangre es más lenta, es posible dar positivo incluso después de haber dormido varias horas

¿Cómo afecta para conducir?

-No es de extrañar que el que bebe y conduce tenga muchas posibilidades de sufrir o causar accidentes. El alcohol produce alteraciones muy evidentes en el comportamiento y afecta a casi todas las capacidades psicofísicas necesarias para una conducción segura. A partir de una alcoholemia de 0,5 g/l los efectos del alcohol son evidentes para la gran mayoría de las personas. Sin embargo, ya hemos comentado cómo por debajo de ese nivel de alcohol en sangre puede haber ya un mayor riesgo de accidente ya que el efecto euforizante del alcohol puede provocar una mayor toma de riesgos. Suele tener una falsa seguridad en sí mismo y sobrevalora su capacidad para la conducción.

-A nivel ocular: Se perciben peor las luces y las señales, especialmente cuando estas son de color rojo. Se deteriora la convergencia ocular, necesaria para calcular correctamente las distancias. Aparecen problemas de acomodación ocular a los cambios de luz, por lo que se pueden producir deslumbramientos con mayor facilidad. La fatiga ocular puede aparecer con facilidad y se producen problemas para mantener la concentración visual.

-Es más difícil mantener un nivel de atención adecuado y se producen dificultades ante situaciones complicadas como ante un tráfico intenso o maniobras que requieren habilidad como adelantamientos. Se afecta de forma muy importante la toma de decisiones, el pensamiento y el razonamiento.

-Se altera el equilibrio y la coordinación muscular.

Si se mezcla el alcohol con estas sustancias, las reacciones que se producen son todavía más adversas y peligrosas para la conducción, ya que sus efectos se pueden potenciar mutuamente, alterando capacidades como la percepción, la atención, la memoria, los reflejos, entre otras muchas.

En resumen, la mezcla de alcohol y conducción no es acertada. La consecuencias pueden ser desastrosas. Si bebes, no conduzcas.

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