Ser en luz

Librepensador comprometido hasta los límites con una sociedad de personas que sufren las injusticias

En la antología de recientísima publicación, escogida por la poeta asturiana Sara Torres, suena deslumbrante, esencial y profunda, la voz poética de Juan José Ceba. Un subjetivo recorrido por la obra reciente del creador albojense, desde principios de los noventa hasta la actualidad. La selección de Sara Torres se centra en los dos libros más personales y definitorios del poeta," Dunas" y "Claridad", y acaba con una selección de inéditos últimos que certifican la solidez de un camino personal y la autenticidad de una literatura mantenida en el tiempo sin flaquezas, plena de luminosidad. Ceba es, acaso, junto con Julio Alfredo Egea, el más elevado poeta de tierras almerienses.

Librepensador comprometido hasta los límites con una sociedad de personas que sufren las injusticias y exclusiones de un mundo cruel y sin escrúpulos, notable agitador de conciencias e incansable trabajador que tanto ha hecho por la cultura y el arte de otros muchos, hasta casi hacerse desaparecer él mismo, desvanecerse -"A nada aspiro. Quietud/ del corazón remansado"- y hacernos olvidar la altura de su obra poética y literaria, esta merecida recuperación -que hace tiempo tendría que haberse hecho en Almería- viene de mano de la asturiana editorial Saltadera. Asturias es, desde hace unos años, su otra tierra, y allí dirige, junto a Marifé, sus pasos con cierta frecuencia. La poesía de Juan rezuma claridad y nitidez, viene de la experiencia vital en el paisaje almeriense, desnudo y esencial, del desierto y el mar, de la urbe blanca y cegadora. También de las emociones junto a los seres queridos, la familia -con sus ancestros- y los amigos, en su rosario de deslumbramientos, alegrías, tristezas y muerte. Y el amor; en carne y en espíritu. En todo este catálogo de sugerencias, la luz viene siempre a ocupar un lugar destacado. Luz como experiencia esencial de un paisaje sumamente poderoso y elementalizado; luz densa y material como parte del cuerpo extático, abrasado y enfebrecido; luz a la postre purificadora y sanadora, que se vierte -y se recoge- a raudales.

A nadie sorprenderá pues, en este contexto, la evidente influencia de las místicas musulmana, judía y cristiana; un crisol cultural que abraza para la creación poética de un futuro esperanzado, abarcador y tolerante. Acudir siempre a la luz, arrebatarse por ella, ser en ella. Permanecer eternamente en ella porque, a fin de cuentas, "morir no es nada".

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