Ganadería

Vélez Rubio mantiene la ganadería tradicional, de las que ya “no quedan”

Francisco Gázquez junto a unos corderos de un par de horas de vida

Francisco Gázquez junto a unos corderos de un par de horas de vida / Javier Alonso

La explotación ganadera ovina de la propiedad de los hermanos Francisco y Alfredo Gázquez García es una herencia que ha persistido en su familia durante ocho generaciones. El lugar donde se ubica la explotación es un pequeño cortijo centenario en pleno Parque Natural de Sierra María- Los Vélez, cerca la de localidad de Vélez- Rubio. Se trata de una adjudicación que La Junta atribuyó al padre de los hermanos en los años 80, y que incluía el cortijo junto a los establos y los extensos pastos de la sierra.

El amor que sienten ambos hermanos por los animales y la profunda conexión que les une con la naturaleza han hecho que quieran seguir practicando la “ganadería de siempre, de toda la vida”, explican Francisco y Alfredo. Este tipo de explotación se califica como semiextensiva, ya que el ganado se encuentra en el 90% del tiempo pastando en libertad y solo se estabula en periodo de alumbramiento. Cuando esto sucede, los pastores ascienden a la montaña y separan del rebaño a las ovejas que se encuentran es estado para traerlas al establo, donde van a dar a luz y van a pasar los primeros meses junto a los corderos. Una vez preparado el retoño para la vida autónoma, se devuelve al prado a la madre y al cordero. Al tratarse de una explotación tradicional, los Gázquez prefieren no incentivar el embarazo en sus cabezas de ganado, para así evitar el estrés del animal. “Les dejamos que se preñen cuando quieran, dejamos que el celo natural haga su trabajo. Una oveja puede tener tres partos en dos años sin necesidad de incentivos hormonales”, cuenta Francisco Gázquez. Teniendo en cuenta la población de esta explotación, unos 25 machos para alrededor de 700 hembras, al año pueden llegar a nacer cerca de 600 corderos, de los cuales se retiene un 20% para la reposición.

El 80% de los corderos restantes se vende cuando alcanzan los 17kg a la Cooperativa Criadores Velezanos que se encarga de gestionar la venta del producto a empresas privadas. Aproximadamente el 80% se exporta al extranjero. Las ganancias que genera este negocio varían dependiendo de la época y el precio establecido por la lonja que los ganaderos deben acatar. Por ejemplo, durante la época navideña hay más demanda de cordero por lo que, siguiendo la lógica del mercado, su precio aumentará, alcanzando los 70 euros por 19kg. Lo mismo ocurre en vísperas de Semana Santa. Este funcionamiento del mercado hace que disminuya el beneficio final de los ganaderos, aunque no es el único problema.

La sequía también ha repercutido de forma notable en la ganadería. Aunque el animal pase la mayoría de su tiempo pastando en libertad, debe mantener un acceso estable a una fuente de hidratación. En este caso en particular, el Parque Natural cuenta con varios nacimientos hasta los cuales el ganado ha creado veredas. No obstante, si se prolonga el periodo de sequía, las fuentes de agua pueden llegar a secarse. Además, los prados también sufren la falta de agua, si no llueve, el crecimiento del pasto se ve afectado y por ende, la alimentación y fertilidad del ganado también. Cuando el sistema de la autosuficiencia se ve afectado por el condicionante climatológico, hay que destinar parte de las ganancias en el cultivo de grano para mantener alimentados a los animales. Asimismo, otra parte del beneficio se destina al transporte de bidones de agua, que por lo general son tres, de una capacidad de tres mil litros cada uno, hasta la explotación cada tres o cuatro días.

Los hermanos ganaderos también se benefician de las ayudas de la PAC, que “no son suficientes para afrontar las subidas de precios del alimento, carburantes, la falta de agua y las caídas de precios de los corderos”, cuenta Francisco Gázquez. Además, hace unos años, se cambió el sistema de criterios para la adjudicación de los pastos, por una puja a sobre cerrado y para participar se debe reunir una serie de requisitos como el conocimiento de terreno y poseer una explotación. “Esta forma de adjudicación favorece a los que tienen más poder adquisitivo, porque yo no puedo batir la puja de otro si no la sé”, explica Francisco Gázquez. Esta forma de repartir los terrenos puede generar problemas a la larga, “mi ganado sabe dónde tiene que desplazarse en cada época, si esta zona pasa a la propiedad de otro, yo no podré controlar a mis ovejas para que no vayan allí y esto podría generar problemas con el otro propietario”, sentencian ambos hermanos.

“El problema del nuevo sistema de puja es que se favorece a aquel que más poder adquisitivo tiene”, hermanos Gázquez

Tener que enfrentarse a dificultades diarias, como el frío, el calor e incluso algunos depredadores son las responsabilidades de cada día. No obstante, tanto Francisco como Alfredo Gázquez están decididos a continuar con esta forma de explotación. “Lo mejor de esta forma de explotación es que genera un círculo beneficioso para todos. Nuestras ovejas al pastar en libertad limpian la sierra, así como también los cortafuegos, lo que previene posibles incendios. Además, sus propios excrementos abonan el campo para que los pastos vuelvan a brotar y puedan volver a alimentarse”, cuenta Alfredo Gázquez. Además, la libertad de las ovejas ha reforzado la relación con los agentes de Medio Ambiente, con los cuales existe una excelente colaboración, así como también existe con los cazadores. “La caza se ha demonizado mucho, los cazadores tienen ciertos cupos, lo que permite controlar la fauna y mantener a raya ciertas enfermedades que se pueden resultar fatales para el ganado, principalmente la sarna. Por otro lado, existe una cierta preocupación por un depredador inesperado, el perro abandonado. No suelen ser perros que se hayan perdido durante la cacería, son perros domésticos que han sido abandonados y se han asalvajado en campo”, especifican los hermanos, que se han victo afectados por los ataques de este animal en alguna ocasión.

A pesar del carácter rústico de la explotación, no está exenta de superar los controles rutinarios llevados a cabo por La Junta. Así como también debe cumplir con las restricciones impuestas para evitar el contagio de viruela ovina y caprina (VOC), cuyo foco se detectó en Oria y por la que no se vieron afectados.

Ambos hermanos coinciden con que la ganadería es un trabajo por el que hay que sacrificarse, turnarse cuando hay partos, permanecer en alerta en las tardes de verano, pasar noches en la sierra e incluso salir a pastar cuando llueve. No obstante, admiten que todo ello se ve compensado cuando, al pasar infinitas horas en el campo en compañía de la soledad, pueden ver cosas que a escapan a nuestros ojos. “Llevamos esto en la sangre, hemos aprendido a comunicarnos con nuestro rebaño, hemos llegado a comprender la naturaleza que nos rodea, y es lo más bonito de este trabajo” dicen sonriendo.

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