Amaba su profesión como nadie. No era un sastre cualquiera. Era Agustín Rodríguez Hita, un hombre con un corazón muy grande que desde que nació supo que lo suyo sería ser sastre. Fue el mejor relaciones públicas que cualquier empresa hubiera podido tener. El sábado por la noche en el Hospital Reina Sofía de Córdoba, su gran corazón se paró para siempre.

Ayer fue toda una sorpresa entre sus amigos, que eran muchos, la muerte de Agustín. Parecía mentira, que una persona con 63 años con mucha vida por delante se hubiera marchado dejando sumidas en una gran tristeza a su viuda María Carmen Díaz Martínez y a sus hijas Cristina y Mamen.

A su faceta de gran profesional hay que sumar la facilidad que tenía para conectar con la gente. Entre sus grandes amigos estaba el diseñador Petro Valverde. Y luego tuvo también una clientela muy selecta entre los que estaban Antonio Gala y Carlos Herrera. Ayer por la tarde tuvo lugar la misa funeral en el Tanatorio de Almería y posteriormente sus restos recibieron sepultura en el cementerio de Benahadux. Ha muerto un hombre bueno.