Almería

La Iglesia eleva a los altares a más de un centenar de mártires

  • El Palacio de Exposiciones congregó a más de 5.000 fieles que siguieron la ceremonia de beatificación

  • El cardenal Angelo Amato ofició la misa que contó con más de 21 obispos

Panorámica del Palacio de Exposiciones y Congresos de Aguadulce durante la celebración de la ceremonia de beatificación de los 115 mártires de Almería.

Panorámica del Palacio de Exposiciones y Congresos de Aguadulce durante la celebración de la ceremonia de beatificación de los 115 mártires de Almería. / reportaje fotográfico: javier alonso

El municipio de Aguadulce se convirtió en la mañana de ayer en una prolongación de la Santa Sede con la celebración de la histórica ceremonia de beatificación de 115 mártires de la Guerra Civil, en el primer acto de este tipo que se realiza en Almería y que congregó a más de 5.000 personas, entre miembros de la Iglesia Católica -entre ellos 21 obispos, 4 cardenales y 200 sacerdotes-, familiares de los mártires y fieles, entre los que destacaba la nutrida comunidad gitana con más de 350 invitados por el de Departamento para la Pastoral Gitana de la Comisión Episcopal de Migraciones, al producirse la beatificación de Emilia Fernández La Canastera, la primera gitana beata del mundo y todo un orgullo para los allí presentes.

El Palacio de Congresos y Exposiciones de la localidad roquetera fue el epicentro de este acontecimiento en el que se confirmó la beatificación 90 sacerdotes diocesanos, 22 laicos -entre ellos dos mujeres-, un religioso franciscano y dos sacerdotes operarios, asesinados por "odio a la fe" en una ceremonia que fue celebrada por el cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, junto al obispo de Almería, Adolfo González Montes y el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez Fernández.

Esta beatificación, tercera que se realiza en España después de las de Tarragona (2013) y Oviedo (2016), es un ejemplo en palabras de Amato de que la Iglesia Católica sigue recordando a sus mártires en la Guerra Civil española porque a su juicio el "cristianismo es la religión de la caridad de la vida y se opone a toda forma de prevaricación y violencia" y ha sostenido que durante la Guerra Civil en España se vivieron unos años "trágicos", Según él, se trató de un "periodo doloroso" en el que miles de personas murieron marcados "sólo porque eran católicos" en una tierra de "santos, teólogos, misioneros y fundadores de grandes órdenes".

El acto, muy medido y cargado de simbolismo y que tuvo una duración algo superior a la dos horas, tuvo su momento culmen con el rito de la beatificación que emocionó a todos los fieles que se agolpaban en un abarrotado Palacio de Exposiciones y Congresos.

Comenzó con la súplica de beatificación por parte del obispo de Almería hacia el Papa Francisco para la inscripción de los "venerables siervos de Dios" entre los fieles beatificados por la Iglesia y continuó con la lectura en latín de la Carta Apostólica por parte de Amato en la que el Santo Padre confirmaba la petición. En ese instante se producía el despliegue del tapiz de los mártires, una enorme gigantografía que muestra a muchos de los beatificados haciendo especial hincapié en algunos de ellos como José Álvarez-Benavides, deán de la Catedral de Almería que murió fusilado por no renegar de su fe; Luis Belda y Soriano, laico miembro de la Asociación Católica de Propagandistas; Emilia Fernández 'La Canastera de Tíjola', la primera beata gitana que murió por no querer revelar el nombre de quién le enseñó a rezar el rosario, y Carmen Godoy, violada y golpeada antes de ser ahogada en el puerto.

Tras el despliegue del tapiz tuvo lugar la procesión de las las reliquias de parte de ellos -los cadáveres de un gran número nunca fueron localizados- por parte de cuatro sacerdotes, precedidos por siete religiosas y siete familiares de los mártires, hasta el altar mientras sonaba el himno de los Mártires de Almería, compuesto para esta celebración. Uno de los momentos más emotivos y que pusieron en pie a muchos de los asistentes y a los cerca de mil familiares de los ya beatificados que se dieron cita ayer en Aguadulce para consumar una causa que se inició en la fase diocesana el 11 de abril de 1995 en la Catedral de Almería. Allí declararon más de 500 testigos y se recogió abundante documentación que conformó los Autos de la Causa de más de 10.000 páginas, cerrada el 21 de mayo de 1998. Pasó a su estudio en la Congregación para la Causa de los Santos de Roma donde el 26 de febrero de 1999 se decretó la validez de la instrucción diocesana y en julio de 2003 se entregó el documento resumen de toda la instrucción. Tras su estudio en la Congregación Romana, el pasado 14 de junio de 2016 el Papa Francisco firmó el Decreto que reconocía el martirio de todos ellos y autorizó su Beatificación.

Tras la veneración de las reliquias por parte de Amato, el obispo de Almería tuvo unas palabras de agradecimiento al Papa, momento en el que concluía el acto cumbre de la beatificación y se proseguía con la homilía que se alargó hasta pasadas la una de la tarde y a la que también asistieron un nutrido grupo de alcaldes (cerca de cuarenta) y responsables políticos y militares.

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