Comercio

El futuro del Mercado Central se ‘cocina’

  • La propuesta de incorporar restauración a la Plaza es aceptada pero que “sea otro” el que reubique su puesto. Los vendedores, con una asociación dinamitada, ven la iniciativa como otra fuente de conflicto y recelan

Concierto de música clásica, una de las actividades culturales complementarias del Mercado

Concierto de música clásica, una de las actividades culturales complementarias del Mercado / Rafa González

El híbrido entre la cesta de calidad para llevar a casa y comprar unas gambas rojas y que te las preparen al instante para degustar allí mismo es la fórmula con la que mercados minoristas del país llevan años superando los embates de las grandes superficies. Un modelo, el de introducir un componente gastronómico mediante puestos de restauración, que vuelve a la cocina municipal como ingrediente esencial para garantizar la perdurabilidad del Mercado Central de Almería.

Es una de las sugerencias recogidas en el nuevo diagnóstico sobre la realidad de la Plaza encargado por el Ayuntamiento de Almería, donde se repite, otra vez, propuestas como el servicio centralizado de venta a domicilio, las compras online, las campañas de promoción y fidelización o el aparcamiento gratuito, implantadas en otros mercados desde hace décadas y más que sabidas por los propios comerciantes almerienses que, en líneas generales, reciben este nuevo estudio de la consultoría Auren con cierto escepticismo.

Un tercio de los vendedores, según indica la propia encuesta efectuada por la empresa, considera acertado este camino, seguido por mercados como el del San Miguel de Madrid, donde el recinto se ha convertido en un miniparque temático gastronómico y cultural sin perder la esencia de comercio minorista de calidad. No recelan los comerciantes locales de la idea, sino de la forma de llevarla a la práctica en la Plaza almeriense.

Uno de los 31 puestos de pescado de la Plaza Uno de los 31 puestos de pescado de la Plaza

Uno de los 31 puestos de pescado de la Plaza / Rafa González

No hay duda de que la base, el propio edificio, es un tanto ya conseguido. Construido en 1897, el inmueble modernista de hierro, cristal y madera, luce desde 2012 rehabilitado, con un proyecto arquitectónico galardonado, con imagen de limpieza y bien refrigerado que deja atrás los malos olores de antaño, y con un potencial sin terminar de explotar como atractivo turístico.

No son pocos los que piensan que el momento idóneo de haber introducido ese componente hostelero hubiera sido en las propias obras de reforma. Y no solo comerciantes. Lo cree así Adriana Valverde del PSOE, mientras que portavoz de Ciudadanos, Miguel Cazorla, resucita del olvido el proyecto de cuatro plantas (inviable por peligrar el edificio), con parking propio y una de ellas, de 4.000 metros cuadrados, dedicada a cine y ocio, un plan “alternativo” a las dos plantas defendido, en 2008, por la asociación de comerciantes Pladeco al valorar el Mercado como la gran locomotora del centro, concepto que perdura y que queda también expuesto en el estudio de Auren. No en vano, el Mercado mueve cerca de 26.500 personas a la semana, algo más de 3.200 personas al día.

Unas cifras que podrían multiplicarse con la introducción de nuevos atractivos como el gastronómico. Pero su implantación requiere de más sacrificios en un panorama que, hoy por hoy, parece difícil de conseguir.El primero fue abandonar el edificio para dejar paso a las obras. De los 150 comerciantes que en 2009 salieron de la Plaza por la reforma, regresaron 86, ya con el espíritu cooperativo dinamitado –la asociación que los unía desaparece–, con nuevas inversiones, tasas más altas y una clientela fiel desaparecida, ahora en proceso de recuperación. El segundo fue la apertura, de lunes a viernes, por las tardes, no considerada positiva por el 91% de los vendedores.

En la actualidad hay 89 puestos y, como apunta la consultoría, están sobredimensionados. Algunos con más de 20 metros cuadrados con mostradores difíciles de llenar. Son los módulos que los propios vendedores pidieron, un error para muchos. “La sección de pescado está sobredimensionada, con puestos que exceden tanto en número como en superficie”, dice el estudio, que desaconseja la petición de subir parte de estos negocios a la planta principal”.

Echando mano de la filosofía de que las debilidades pueden transformarse en fortalezas, la consultora ve una oportunidad en esta inadecuada distribución, aprovechando también los diez puestos inactivos –seis de pescado– y aquellos que acumulan impagos por parte de sus concesionarios. Invita al Ayuntamiento a su rescate y a redistribuir puestos de la planta superior al sótano para facilitar al cliente la cesta completa y, de paso, abrir espacio a la hostelería. Pero la frase, en un comercio con alma dividida, ha sido esta semana un “me parece bien, pero que se mueva otro”. Hay trabajo previo por delante, y mucho, para organizar a los comerciantes como colectivo. Una pauta que los expertos de Auren remachan a lo largo de su diagnóstico.

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