¿Por qué Almería está registrando terremotos tan fuertes?

Los recientes temblores frente a Níjar y El Ejido reavivan la memoria sísmica de una provincia situada entre las placas de África y Europa, con especial actividad en las Alpujarras y la costa del Mar de Alborán

Otro fuerte terremoto sacude Almería y se deja notar en casi toda la provincia

Actividad registrada en un sismógrafo.
Actividad registrada en un sismógrafo. / EFE

En las últimas semanas la provincia de Almería ha vuelto a sentir cómo la tierra vibra bajo sus pies, primero con un terremoto claramente apreciado frente a Níjar y más tarde con otro sacudón cerca de El Ejido. ¿Qué ocurre, por qué ahora y si hay motivos para preocuparse? La respuesta es geológica, simple y conocida: la provincia vive sobre la frontera de dos grandes bloques de la Tierra —la placa de África y la de Europa— que llevan siglos empujándose, acumulando tensión y liberándola en forma de movimientos sísmicos. No hay indicios de un gran terremoto inminente, pero sí una fase de actividad que recuerda que el subsuelo almeriense nunca está del todo en calma.

Un choque de placas que explica todo

Para entenderlo basta imaginar el planeta como un enorme puzle en movimiento. Las piezas de ese puzle son las placas tectónicas, que se deslizan lentamente unas contra otras. Almería está justo en una de esas “costuras”, donde África empuja hacia Europa. Esa presión se acumula, comprime la corteza y, cuando no puede más, “salta”: es el terremoto. Las fallas, como la de Carboneras en el Mar de Alborán, actúan como líneas naturales donde esa energía se libera con más facilidad, lo que explica que muchos temblores nazcan bajo el mar y lleguen a la costa.

Una provincia que ha temblado siempre

Esto no es nuevo. Desde el año 365 d.C., cuando crónicas romanas ya recogieron olas gigantes en el sur peninsular, el territorio almeriense ha sufrido episodios que marcaron ciudades y generaciones. Vera quedó arrasada en 1406 y volvió a caer en 1518. En 1522, Almería vivió el terremoto más destructivo registrado en la historia de España, obligando incluso a reconstruir parte de la Catedral. Hubo nuevos episodios graves en el siglo XVIII, más de 400 fallecidos tras el gran temblor de 1804 en Berja, Dalías o Canjáyar, y daños importantes en zonas como Huércal-Overa o Partaloa ya en tiempos contemporáneos. Aquí, la tierra siempre ha estado viva.

Dónde se nota más en Almería

Los especialistas consultados en este periódico sitúan dos franjas especialmente sensibles. La primera, las Alpujarras almerienses, donde localidades como Laujar, Fondón o Fuente Victoria sienten con frecuencia el empuje profundo de la placa euroasiática. La segunda, el Levante y la franja costera del Mar de Alborán, desde Níjar hasta Vera, atravesada por fallas activas submarinas que transmiten la energía sísmica hacia la costa y hacen que fenómenos moderados puedan notarse con claridad en la capital y municipios litorales.

¿Debemos preocuparnos?

Los sismólogos recuerdan que no hay señales de un gran evento inminente, pero sí una verdad incuestionable: vivir en Almería es convivir con el movimiento natural de la Tierra. La mejor actitud no es el miedo, sino la preparación. Si vuelve a temblar, la norma internacional es clara: agacharse, cubrirse y agarrarse. Y nunca correr escaleras abajo durante la sacudida.

La reciente actividad ha reavivado la teoría popular de un supuesto “ciclo sísmico” que se repetiría aproximadamente cada dos siglos. Sin embargo, los especialistas rechazan esa idea. Según Javier Fernández Fraile, técnico de la Red Sísmica Nacional del Instituto Geográfico Nacional, los terremotos no responden a un calendario exacto, sino a la acumulación y liberación irregular de tensión en el interior de las fallas. La sismicidad es aleatoria dentro de zonas de mayor probabilidad.

Almería, tierra que resiste

Cada vez que el suelo vibra, la provincia recuerda quién es: un territorio moldeado por el mar, el viento y también por el profundo pulso geológico que late bajo sus cimientos. La tierra seguirá moviéndose; y Almería, como siempre, seguirá en pie.

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